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La profunda mirada de Segufe

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO/LA VOZ.

AGRICULTURA

EL HORNO DEL ARTE. Asunción Antelo, humilde, vestida de negro y ataviada con su mirada profunda y su sonrisa, mira al futuro desde su rincón de trabajo, desde donde creó arte en raíces de árboles y pi
EL HORNO DEL ARTE. Asunción Antelo, humilde, vestida de negro y ataviada con su mirada profunda y su sonrisa, mira al futuro desde su rincón de trabajo, desde donde creó arte en raíces de árboles y pi

Asunción Antelo, la Rexoubeira de Bergantiños, se ha adentrado en la literatura, en las raíces, en el barro y en las piedras. Nació artista y lo sigue siendo a sus 91 años

08 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Esribe, talla, moldea el barro, piensa, trabaja demasiado -lo hizo toda su vida-, y, sobre todo, sonríe. Asunción Antelo Suárez es la Rexoubeira de Bergantiños. Así le gusta que le llamen. Nació el 8 de agosto del año 1919. Desde hoy, por tanto, tiene ya «91 ás costas». Nunca salió de su aldea natal, cuyo nombre ella dio a conocer a través de sus letras: Segufe. Un nombre que, gracias a Asunción, incluso suena también a arte. Es un pequeño rincón de la parroquia de Seavia, en el Concello de Coristanco. La Rexoubeira le canta a Bergantiños, comarca a la que pertenece, a la Costa da Morte, por la que tanto amor siente y a Galicia, a la que adora.

El arte nació con Asunción, pero ella solo lo dejó salir cuando pudo ser. Fue poco a la escuela, casi nada. A los cuarenta años, cuando muchos ya no esperan grandes cosas de la vida, descubrió lo que daban de sí un bolígrafo y un papel. A los sesenta, recuerda, empezó a moldear ideas. Le da mucho a la «cachola», tanto así que ella no talla madera. Va más allá, «porque iso poderíao facer calquera». Asunción transforma las raíces de los árboles, carballos y castiñeiros, y les da vida. Ideologías políticas, personas, animales, metáforas. Tampoco se le resiste la piedra, con la que ha construido fuentes, cruces de sufrimiento, hórreos o molinos que funcionan. Es consciente de que tiene alma de artista, «pero nacín antes de tempo».

Un museo de paso por la vida

La Rexoubeira de Bergantiños pertenece a una época y a una vida en la que, para el arte, solo se podían robar minutos. Sus manos estaban siempre ocupadas con los aperos de labranza y con las tareas del hogar. Siete hermanos lograron vivir. De ellos, sigue cuidando ahora de tres. Los días se hacen cortos, y más en este tiempo de invierno y frío, «bo para as filloas». «Agora mesmo non escribo nin tallo, porque non teño tempo, pero si sigo lendo», dice. A Pondal, a Alfredo Brañas, a Castelao, a Bóveda y a su idolatrada Rosalía de Castro. Se casó únicamente con el arte, pero amó siempre a aquella tierra bergantiñana que le daba largos días de trabajo. Las noches, cuando al fin pudo expresar sus pensamientos, se volvieron creación: en su cama, Asunción escribía. «Usaba as miñas rodillas como mesa».

Como los grandes artistas, la Rexoubeira llevaba su trabajo callada. Siempre vestida de negro, con pañuelo en la cabeza, con unos andares sueltos y ágiles y una sonrisa eterna. Ahora mismo, solo se resiente del oído y del frío, que con los años penetra más en el cuerpo. Fue gracias a la asociación cultural Monte Branco de O Couto (Ponteceso) que algunos hilos de sus creaciones salieron a la luz: en 1995, la entidad publicaba parte de sus escritos bajo el título de Páxinas da Rexubeira de Bergantiños y, en 1999, promovió la publicación de otra obra: As penurias dun amor, esta vez en prosa.

Asunción tiene todavía muchas palabras inéditas en cuadrículas escritas a mano con una letra bien hecha, ligeramente inclinada y segura como su realidad. Lo guarda y muestra en su museo, que construyó con lo recaudado de las publicaciones. No es un lugar de ostentaciones. En frente de su casa y encima del taller donde tallaba la madera y la piedra, la propia Asunción lleva a sus visitantes (muchos) escaleras arriba. Ella abre la puerta, abre las ventanas y muestra todo lo que tiene. Obra, fotografías, recuerdos. Van dando cuenta del tiempo los relojes que ha integrado en su arte. Con mirada profunda e infinita, Asunción está contenta porque deja, en su Segufe natal, un museo de su paso por la vida, por el arte y por un tiempo que, se puede decir, no jugó a su favor.