Francisco Sánchez vela todavía por sus feligreses de Corcubión

Laura Matabuena

PONTEVEDRA CIUDAD

05 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

En el entorno de la iglesia de San Marcos, en una zona ajardinada de la plaza que también lleva su nombre, se sitúa un busto en bronce que rinde homenaje a la figura del reverendo Francisco Sánchez Adanza. Allí, arropado por la sombra que ofrecen los árboles situados a su alrededor, en el robusto armazón que ahora le guarda, su espíritu sigue velando por los habitantes de Corcubión.

Nacido a finales del siglo XIX en Cabo de Cruz, Sánchez Adanza comenzó su aventura como párroco local en 1922. En Corcubión permaneció hasta su muerte en 1963, y también enterrado en el municipio.

Solidario

Muchos vecinos recuerdan a este hombre solidario con los problemas de sus feligreses, de un carácter humilde que combinaba con una vida tremendamente austera. Tanto es así que cuando, en sus últimos años de vida, un mes de octubre hubo de acudir a Pontevedra para operarse de una hernia, los vecinos de la localidad realizaron una colecta para comprarle los enseres necesarios para su convalecencia. Y es que apenas disponía de ropa y calzado de abrigo, ya que prefería destinar todos sus fondos a aquellos que, según él, verdaderamente lo necesitaban, en vez de dedicarlos a su propia persona.

Otro de los motivos que merecieron el reconocimiento de sus parroquianos, tanto ateos como creyentes, fue su intercesión en favor de veintitrés presos que iban a ser fusilados en 1936. Gracias a su mediación no sólo salvaron la vida, sino que salieron de prisión mucho antes de lo previsto.

La escultura en su honor, realizada por el escultor Magín Picallo, fue costeada por suscripción popular. Inaugurada en el 2003, coincidiendo con el cuarenta aniversario de su fallecimiento, el acto fue precedido por una misa solemne en la iglesia de San Marcos, en cuya entrada se había colocado una espectacular alfombra de flores. Durante la homilía actuaron el coro Airiños de Quenxe y la gaiteira Susana Seivane.

La celebración contó con la presencia de diversos representantes del Concello, como es el caso del primer teniente de alcalde, Norberto Pais, así como la de numerosos habitantes anónimos de la villa, que querían rendir un último homenaje a ese párroco que tanto hizo por el pueblo.