Los recantos del «Prestige»

José A. Ventoso

BARBANZA

27 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

De aquel barco apenas una sombra en los recuerdos de un país viejo, escéptico y mudo. Qué recuerdos quedan. Surrealismo: por veces comparo la actuación de las autoridades y el barco con las Crónicas do Sochantre, de Cunqueiro. Una Santa Compaña desfilando a lo largo de la costa gallega, esperando que pasara algo. Solo Paco Vázquez tuvo el valor de adelantar una propuesta «para fuera y botarlo a pique».

Desorden: en el tumulto posterior, con la marea negra lamiendo las rías, la prohibición de la Marina Mercante de impedir salir a los barcos pesqueros. ¡Porque no tenían autorización de transportistas de residuos peligrosos!.

Determinación: los bateeiros y pescadores saliendo al mar para enfrentarse a la ballena negra y beberla a puñetazos de pura desesperación.

Héroes anónimos: mientras la marea no llegó a la playa. Marineros y bateeiros arriesgaron vidas y propiedades sin pedir nada a cambio, en un denodado afán por derrotar y vencer a un río de fuego.

Asombro: cuando las playas se cubrieron de negro, los pescadores se desentendieron del tema. Pura antropología marinera: «En terra, en terra manda a muller» y dejaron sitio a mujeres y jóvenes que tomaron el relevo en la pelea.

Solidaridad: miles de voluntarios, como un ejército desordenado de hormigas, cubrieron el litoral con sus manos, limpiando piedra a piedra en un trabajo nunca suficientemente reconocido.

Aprovechados: de la noche surgieron miles de embarcados a prisa y corriendo para aprovecharse de las ayudas y subvenciones pagadas con dinero de todos los españoles, con el acuerdo cómplice de patrones mayores y cofradías. El Nunca Máis se convirtió en Outro Máis.

Politización: en medio de la tragedia, la respuesta fue ¡una moción de censura! Alucinante.

Demagogia: aún escucho una llamada de alguien a un ex secretario xeral de un partido político: «Hoy no vengas a Aguiño, la noticia de mañana es el chapapote al alcalde de Ribeira. Date la vuelta y ven otro día».

Albitrismo: que si el barco debía entrar en puerto, ¿como el Casón y consiguiente huida de toda la Costa da Morte? Que si prender fuego, ¿como el Mar Egeo Sea en A Coruña y el terror de la ciudad indefensa ante una nube de fuego?. Que mandarlo a Marruecos, ¿allí no había gente?.

Corolario: El desastre del Prestige puso de manifiesto la falta de un plan nacional de lucha contra la contaminación y la incapacidad de ofrecer respuestas eficaces y coordinadas, !si no había nada!, fuera cual fuera la solución adoptada, ante la ausencia de coordinar una respuesta rápida con medios suficientes.

Dudas: ¿hemos aprendido algo?

Certeza: al menos la veda obligatoria de 6 meses permitió recuperar los caladeros de pesca y dejó al mar hacer su trabajo hasta borrar cualquier huella del desastre.

En tierra, en tierra una eclosión de la construcción y un aumento del desastre urbanístico de la costa. Al final todos seguimos: «Esperando a Orestes» y cuan héroe cunqueirán aplazamos la toma de decisión. ¿Cuándo saldrá el juicio? El año que viene... si Dios quiere.