a crisis acaba devorando a una generación de políticos, pero me siento orgulloso de un Gobierno que amplió las libertades y la protección social. Comprendo la confianza depositada en el PP, pero el futuro es sombrío: el desempleo, la deuda y la especulación, voto separatista en Euskadi, los sindicatos minguneados y con unos indignados, de tanta corrupción en los políticos y abuso de los bancos, pero que no aportan soluciones. O se superan tales retos o, a medio plazo, tendrán traducción política. En Galicia el voto progresista solo resiste en los núcleos urbanos, semejándose el del Barbanza más al del área rural, a lo que quizás no sea ajena la escasa movilización de los partidos de izquierdas en las generales. Debieran reflexionar sobre por qué en Allariz ganó el BNG. Subrayaría el trasvase a IU del voto desencantado del PSOE y de alguno de los indignados. El BNG, dividido y radicalizado, no recoge sino que pierde votos por la izquierda y parece conformarse con dos diputados en Madrid y menos apoyo social en Galicia. El que no llegue en multitud de municipios ni al 10% de los votos requiere algo más que remedios paliativos. El PSOE gallego sufrió un fuerte retroceso, pero sigue siendo la alternativa. Su futuro no es ajeno a la capacidad de autoanálisis, de regeneración y de creación de liderazgos y en su capacidad de elaborar políticas actuales y eficaces. En definitiva convertirse en una alternativa que gane la confianza de los ciudadanos.