El pasado viernes, tuve la fortuna de participar en un recital de poesía que se celebró en Noia como en los viejos tiempos. Al amparo de la atmósfera del Resto Pub Trócolo, que nos acogió con largueza, se reunieron un sinfín de gentes atraídas por la música, los versos y la calidez de la noche que abría el fin de semana. Como fondo, se usó la coincidencia de que ese día se databa en el calendario una fecha palíndromo. 11 del 11 del 2011, a las 11,11 horas de la noche.
A mí me tocó abrir las puertas del Parnaso para presentar a tres poetas que están a punto de vivir sus primeros diecisiete años. Laura Ramos, Jessica Amado e Ismael Ramos saciaron a los asistentes con la profundidad de sus versos, la belleza de sus imágenes y el futuro que se adivina grande al final de cada estrofa. Después intervino Ana Romaní, noiesa premiada este año por la crítica como autora del mejor libro del año, titulado Estremas. Ana, como siempre, emocionante y tierna, beligerante y madura, dejó flotando sobre el aroma de cerveza y café, versos brillantísimos que salían de su voz a las calles llevados por la música intimista del acordeón de Xandra Pinheiro.
Los grandes del colectivo Sacou, Ramón, Anxo, Óscar, Marta y Manuel; rindieron homenaje a Charly Párker con un poema de Gregory Corso leído coralmente y entretejido con la música que solo Pablo Sax sabe arrancar del pecho en momentos tan espirituales como esos. Después cada uno de ellos leyó sus propios poemas y en todos se intuía la ausencia esa noche de una de sus almas, Iria Lago a la que tanto amamos todos.
Olalla Cociña despeñó sobre nuestras cabezas el río de fuego de sus estrofas, mientras que el músico Pablo Sax, a la percusión, consiguió estremecer a más de un corazón solitario. Fue una noche para recordar durante muchos años.
La cosecha está segura y cultivada por cuidadosos granjeros del verso. Seguirá habiendo poesía porque, como cantaba Avilés: «Hai que romper, romper, romper». Que así sea.