Permítaseme la osadía de confesarles que me siento un privilegiado. El titular de este artículo podría valer como enunciado de la apuesta de La Voz de Galicia con Barbanza, pero también sintetiza la labor profesional del que suscribe, de ahí que me sienta orgulloso de haber tenido la fortuna de ser interlocutor de las noticias de este territorio en una empresa excepcional; sin duda alguna, la mejor universidad, una plataforma informativa en la que dejaron huella las mejores plumas del noroeste peninsular en sus casi 130 años de existencia.
Gracias a esa posición de privilegio, en un recorrido vital y profesional de 25 años amparado por el paraguas laboral de La Voz de Galicia, uno puede asegurar que el compromiso de la empresa con el territorio que conforman las comarcas de Barbanza, Noia y Muros, y el municipio de Mazaricos, ha sido constante.
La Olivetti que a principios de 1987 compartíamos en la redacción es el objeto que mejor simboliza el comienzo de la apuesta de La Voz con la comarca. Parece que hablo de una pieza de museo hoy que los avances tecnológicos van tan rápido, y no va descaminada esa apreciación, porque el oscuro rodillo sobre el que golpeaban las letras de metal, con papel por medio, se ha transformado en pantallas que, a lo largo de estos cinco lustros, han ido perdiendo volumen hasta quedarse extraplanas. Y esto que les digo ha sucedido con tanta rapidez que el portátil con el que escribo ya está obsoleto si lo comparamos con el iphon o el ipad, sistemas en los que hoy ya se puede leer el periódico y en él, la edición de Barbanza.
Desde que La Voz puso en marcha las páginas comarcales en Barbanza hace cerca de 25 años, la tecnología ha cambiado tanto que pasamos de enviar los textos escritos a máquina y las fotos de Eugenio en autobús a la rotativa de A Coruña, a trabajar directamente desde Ribeira en el ordenador central; a distribuir las noticias e imágenes en las páginas; a tener ante nuestros ojos, a última hora de la tarde, el trabajo que elaboramos, antes de que la rotativa lo plasme sobre el peculiar papel gris claro que cada mañana ilumina los quioscos.
Pero hay algo que no ha cambiado, y es la apuesta del periódico por lo nuestro, por Galicia, por los gallegos, por nosotros.