Cuando Barbanza pensaba en verde

María Xosé Blanco Giráldez
M. X. Blanco RIBEIRA/LA VOZ.

BARBANZA

Durante la década de los noventa surgieron en Barbanza una docena de entidades con la defensa del medio ambiente como bandera. Hoy esta lucha parece olvidada

09 ene 2011 . Actualizado a las 02:00 h.

La década de los noventa fue la etapa dorada del asociacionismo en Barbanza. Lo confirma la larga lista de entidades que, durante aquellos años de conciencia reivindicativa, surgieron a lo largo y ancho de la comarca. Pero fue, sobre todo, la era del color verde. En aquel período llegaron a funcionar en la zona una docena de colectivos cuya bandera no era otra que la lucha por la defensa del medio ambiente. Poco a poco, la llama ecologista se fue apagando. Tanto es así que, hoy, sobran los dedos de una mano para contar los grupos con sello barbanzano que mantienen una actividad periódica.

Talas de árboles, diseño de proyectos para la dotación de paseos marítimos, propuestas para construir minicentrales en los ríos y hasta los vertederos que llevaban años funcionando eran por aquel entonces motivos suficientes para argumentar la puesta en marcha de un grupo ecologista. Hubo algunos que tuvieron una actividad importante. Fue el caso de Ruscus, que se involucró en diversas actuaciones previstas para el territorio boirense, desde las obras para la captación de aguas en el río Coroño hasta el paseo de Carragueiros, pasando por el depósito de residuos en Espiñeira.

En Ribeira fue muy conocida la labor de Cenar, un colectivo que luchó sobre todo en dos frentes: la protección del lobo y el fin de la extracción de arena en las dunas de Corrubedo. Mientras, contra las talas de árboles y la ejecución de obras dañinas en las playas alzaban su voz los pobrenses de Acuario. De forma paralela, desde Noia se erigían como defensores de los montes los integrantes de la Fundación Germán Estévez y los Xóvenes Ecoloxistas e Naturalistas Noieses trataban de cambiar los hábitos en en lo relativo al tratamiento de la basura, promoviendo el reciclaje.

Caos ambiental

A la lista hay que sumar otras entidades que también aportaron su granito de arena a la época más verde de Barbanza. Por ejemplo, los rianxeiros de Toxo y Mel, los noieses de Sobreira, los Vellos Encoiros de Ribeira y los boirenses de Londras. Era una época de incendios, de vertederos incontrolados por doquier, de obras en cada rincón del litoral y, en definitiva, de falta de conciencia medioambiental, tanto por parte de la mayoría de los ciudadanos como por parte de las Administraciones. Fue este descontrol el que llevó a algunos vecinos a liderar un movimiento que tuvo mucho que ver con el cambio de mentalidad que experimentó Barbanza.

Una de las personas que formaron parte de aquella avanzadilla fue el boirense Antón Vidal Sánchez. Él lideró uno de los grupos ecologistas más activos de la comarca durante la década de los noventa, Ruscus. Aún hoy tiene claras cuáles fueron las razones que lo llevaron a fundar esta asociación: «A principal foi a falla de respecto que había cara o medio ambiente. Os concellos facían e desfacían sen ter ningún coidado».

Vidal Sánchez considera que fue precisamente la presión que ejercieron los grupos ecologistas la que propició un cambio de actitud en las Administraciones: «Xurdiron as concellerías de Medio Ambiente e cambiouse a conciencia dos propios gobernantes, que se deron conta de que non todo valía. Os organismos públicos empezaron a asumir o papel que tiñan os grupos ecoloxistas».

Fue así como, poco a poco, la llama prendida desde distintos frentes de la comarca se fue apagando. El boirense también atribuye a este hecho otros motivos como la falta de relevo generacional y la carencia de apoyo por parte de las Administraciones: «Había ideas, había proxectos, pero non había fondos para levalos a cabo e a xente acabou cansándose».

Y es una pena. Pese a considerar que grupos como Ruscus jugaron un papel fundamental en la creación de conciencia medioambiental en Barbanza, Antón Vidal está convencido de que todavía queda mucho por hacer: «A gran materia pendente é cambiar as actitudes dos cidadáns de a pé, refírome a eternos problemas como o dos excrementos dos cans ou o da reciclaxe. Non se logrou convencer aos veciños da necesidade de coidar aspectos coma estes e oxalá xurdiran entidades que traballaran neste eido».

Entidades en acción

Alguna que otra sí que hay. En el municipio boirense, por ejemplo, acaba de ver la luz Boiroverde, un colectivo precisamente encaminado a sensibilizar a la población. Otros grupos ecologistas que funcionan en Barbanza son Illa de Sagres, especializado en la defensa del litoral, y Verdegaia, que se ha implicados en cuestiones como la ubicación de la depuradora de Ribeira o las obras de ampliación del puerto de Cabo de Cruz. A estas entidades hay que sumar a Adega, un colectivo que sí ha sabido adaptarse al paso del tiempo, intensificando incluso su trabajo en Barbanza con la puesta en marcha de una especie de delegación comarcal.

Eso sí, no cabe duda de que la conciencia reivindicativa y medioambiental sigue latente en Barbanza. De hecho, despierta cada vez que se diseña un proyecto o se anuncia una actuación que pone en peligro la riqueza paisajística de la comarca.