Cuando el oro negro desataba fiebre

María Xosé Blanco Giráldez
M. X. Blanco RIBEIRA/LA VOZ.

BARBANZA

En su era esplendorosa, San Finx llegó a tener cuatrocientos empleados y propició la apertura de otros yacimientos. Una empresa quiere ahora retomar la actividad

09 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Año 1939. Fuerzas armadas de más de setenta países participan en el conflicto armado más grande y sangriento de la historia. Por lejano que pueda parecer este escenario para los barbanzanos, la segunda Guerra Mundial tuvo en esta comarca una gran repercusión, sobre todo en lo que al ámbito económico se refiere. La demanda de wolframio para la elaboración de material bélico propició el despegue definitivo de la mina de San Finx y con él, la apertura de yacimientos en diversos puntos de la comarca. Fue la época de la fiebre del oro negro, que dio sus últimos coletazos a finales de los ochenta, marcando el declive y posterior cierre de la explotación lousamiana. Ahora, tras dos décadas de inactividad, una empresa pretende volver a sacar partido a las excavaciones aprovechando que algunos minerales cotizan de nuevo al alza.

Pese a que fue coincidiendo con la segunda Guerra Mundial cuando San Finx vivió su época dorada, la historia de la mina comenzó mucho antes. Está constatada la exportación de estaño a través de la ruta fenicia en la Edad de Bronce, mientras que, en la baja Edad Media, parte de la producción se destinaba al consumo local, sobre todo a los talleres de orfebrería de Santiago.

La explotación de la mina lousamiana bajo un modelo racional de aprovechamiento se inició en 1884 de la mano de la familia Burbuny, de origen británico. Años después, en 1897, se constituiría la sociedad The San Finx Tin Mines Limited, que constituyó nada menos que la primera explotación de wolframio de España y una de las primeras de Europa. Ya por aquel entonces, el yacimiento barbanzano tenía gran relevancia. De hecho, disponía de las instalaciones más punteras de la época a nivel tecnológico.

La época dorada

Pero fue a partir de 1940, coincidiendo con el cambio de dirección de la empresa, que pasó a manos de Industrias Gallegas, cuando San Finx y, paralelamente Lousame, registraron un auge que parecía imparable. La plantilla de trabajadores de la mina fue en aumento y en el entorno del yacimiento fue surgiendo un poblado, en el que buena parte de los cuatrocientos empleados residían con sus familias. Además de viviendas, en la aldea se construyeron todo tipo de infraestructuras y servicios, desde una escuela hasta un centro médico.

Era la época de la fiebre del oro negro y todos querían subirse al carro del wolframio y del estaño. De hecho, fue cuando se extendió la práctica de la roubacha , que permitió a muchos barbanzanos subsistir y a algunos, hacerse incluso con importantes fortunas.

Tal era el bum, que empezaron a surgir en toda la comarca de Barbanza yacimientos, la mayor parte de ellos, negocios de carácter casi familiar. La mina de Llovo en Corrubedo, Mondelo en Palmeira y otras en A Pobra, Rianxo, Porto do Son y la ría de Muros-Noia. Quizás por su proximidad a Lousame, Boiro sí tuvo un par de explotaciones dignas de destacar: A Mina de Santiago de Lampón, que Estañería de Arousa explotó durante unos treinta años, hasta la década de los sesenta; y La Esperanza en Moimenta, donde llegaron a trabajar más de doscientas personas.

El declive

Tras el fin de la Guerra Mundial fue el conflicto de Corea, que tuvo lugar en los primeros años de la década de los cincuenta, el que hizo que las minas barbanzanas, con San Finx a la cabeza, registraran una actividad febril. La conclusión de esta batalla marcó el principio del fin de la minería en la comarca.

Primero fueron cayendo las explotaciones más pequeñas y en 1990, en el marco de un contexto de crisis mundial de los precios de los metales, las máquinas de San Finx, que por aquel entonces pertenecía a la familia de Gabriel Pérez, emitieron sus últimos sonidos.

Ahora, dos décadas después, la actividad ha vuelto a la mina de Lousame. Por una parte, en el viejo poblado se están llevando a cabo trabajos de restauración de diversos inmuebles, con el fin de que culminen con la apertura de un museo. Por otro lado, una empresa, Investimento Grupo Inversor, está haciendo pruebas para reactivar la mina este mismo año. Puede que Lousame vuelva a ser referente de la minería gallega.