El neón apenas brilla en Barbanza

BARBANZA

El inmueble en el que funcionó Nesta Kurba está en avanzado estado de deterioro
El inmueble en el que funcionó Nesta Kurba está en avanzado estado de deterioro CARMELA QUEIJEIRO

Durante la etapa dorada de las salas de fiestas, la comarca llegó a contar con una treintena de establecimientos. Solo cuatro sobrevivieron a la crisis de la movida

13 nov 2021 . Actualizado a las 16:59 h.

Grandes bolas presidiendo el techo, luces de neón, música electrónica y actuaciones en directo de pinchadiscos y gogós. Este ambiente, propio de la movida ibicenca, existió en Barbanza y por todo lo alto. En la comarca llegaron a funcionar casi una treintena de discotecas, algunas de ellas de tal envergadura que se convirtieron en focos de atracción de noctámbulos procedentes de diversos puntos de las provincias de A Coruña y Pontevedra. Ocurrió en los años ochenta y noventa, hasta que esta fórmula de ocio nocturno entró en crisis. Poco a poco, los pubs que abrieron aprovechando el tirón de las grandes salas fueron ganándole terreno hasta casi hacerlas desaparecer. Actualmente, el neón solo brilla en cuatro discotecas de la zona.

Dicen que donde hubo fuego queda el rescoldo y también en esta ocasión se confirma el refranero popular. Boiro y Noia fueron los dos grandes polos barbanzanos de la movida discotequera y hoy son las únicas localidades en las que permanecen abiertas salas de este tipo. Cus Cus y Caracol (antigua Mandingo) contribuyen a caldear la marcha noiesa, mientras que Frama y Tonos hacen lo propio en la villa boirense.

Pero, en ambos casos, la lista de discotecas llegó ser mucho más amplia. Suki en Cimadevila y Dique en la calle Vao fueron las salas pioneras en Boiro. Amparándose en su éxito se abrieron en esta villa pubs y nuevas discos como Frama, Tonos y KGB, que propiciaron que esta localidad se convirtiera en la capital de la movida barbanzana, un cartel que sigue luciendo en la actualidad. Pachá (después Scream) y Dogma fueron los últimos intentos por mantener viva la cultura de los pinchadiscos, los gogós y las luces de neón, pero fracasaron.

De seis a dos

También hubo un antes y un después en Noia. La buena marcha de la sala de fiestas Os Pasales, allá por la década de los setenta, hacía presagiar que el negocio de la noche tenía buenas perspectivas en la localidad. Y así fue. Posteriormente llegaron Mandingo, Prismas, Cus Cus, Zona Sur y Tubos; así como un buen número de bares y pubs que auparon a la villa hasta los primeros puestos de la movida barbanzana. De hecho, durante algún tiempo llegó a rivalizar con Boiro por el lugar más elevado del ránking. Tras tocar techo, a finales de los noventa, la marcha fue apagándose y solo Cus Cus y Caracol siguen hoy aguantando el tirón.

Aunque hoy su movida se ciñe a una decena de locales, Ribeira también vivió su época de esplendor coincidiendo con el auge de la marcha discotequera. Hasta cuatro salas funcionaron en la ciudad: Cambeiro (posteriormente Samantha's) en pleno casco urbano, concretamente en las inmediaciones de la casa consistorial; Tótem, en uno de los extremos de Miguel Rodríguez Bautista; Tuti Fruti, en Dean Pequeño; y Nesta Kurba, en la carretera de Palmeira. Esta fue la última y gran apuesta para tratar de reflotar el negocio de la noche, pero no llegó a durar ni cinco años.

Aunque con menos oferta, también A Pobra se sumó a esta moda con tres establecimientos: Zorba en la calle de la Paz, Iris (después Onda) en el Xogo da Bola y Boomerang en el paseo del Areal. Esta última discoteca, operativa hasta el pasado verano, fue en la etapa más reciente la bandera de la movida local. De hecho consiguió situar a la villa de O Caramiñal en el puesto uno del ránking de los noctámbulos un día a la semana, el domingo.

Reinas del viernes

Y quien se llevaba la palma durante una época los viernes era la localidad rianxeira, hasta donde se desplazaban jóvenes de toda la comarca e incluso de las zonas limítrofes. También en este caso, el negocio de la noche fue creciendo amparado en dos discotecas: Ánxeles, situada a la entrada de la villa, y Regata, en las inmediaciones de la playa de Tanxil.

Durante el bum de la movida barbanzana, otro rincón de la comarca llamaba la atención de los noctámbulos a golpe de viernes, Outes. En el casco urbano de A Serra, varios locales registraron durante un tiempo, corto pero intenso, un lleno absoluto. El epicentro era el disco bar Agro das Mozas. Su propietario incluso se atrevió después con una pequeña discoteca, cuya vida fue corta.

Un par de salas contribuyeron también a animar las noches en Muros: O Paraíso, en Serres, y Nic Bahía, en pleno casco urbano. Esta última fue la más popular y estuvo abierta hasta hace unos cinco años.

Completan la lista de discotecas que algún día funcionaron en Barbanza Long Play, en Carnota; y Avenida 80, Chilangos y Atlántica en Porto do Son.

Más de la mitad de esta treintena de locales llegaron incluso a funcionar de forma simultánea durante unos años, en pleno auge de la movida barbanzana, coincidiendo con los años ochenta y noventa. Luego empezó el declive del sector y los negocios que habían impulsado su auge, las discotecas, fueron los primeros que pagaron el pato.

Hoy son muchos los que echan en falta estas salas, desde los hosteleros que las consideran imprescindibles para reactivar la movida hasta los noctámbulos que cada fin de semana salen en busca del neón.