La madre de un ribeirense con daño cerebral denuncia el mal servicio de las ambulancias

BARBANZA

06 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La indignación se refleja en la cara de la vecina de Ribeira Juana Cadórniga Santos cuando recuerda el mal trago que pasó hace una semana, cuando estuvo a punto de verse obligada a cancelar definitivamente la consulta que su hijo, con un daño cerebral, tenía en el Clínico de Santiago con el neurólogo. Finalmente, después de reiteradas llamadas al Sergas y de media mañana colgada al teléfono, logró que fuese trasladado a Santiago, aunque en una ambulancia compartida y no individual «que é o que ten recoñecido».

El hijo de Juana Cadórniga carece por completo de autonomía porque desde hace nueve años se encuentra en coma Vigil -tiene los ojos abiertos y solo responde a pequeños estímulos-. Cada cuatro meses debe acudir al neurólogo para recibir un tratamiento. Debido a su estado y al hecho de que es propenso a coger infecciones, entre otros problemas, tiene reconocido, según explica su madre, el derecho a disponer de una ambulancia individual.

Cinco horas de viaje

Como en otras ocasiones, la mujer efectuó la reserva del vehículo de transporte con el médico de cabecera. El viaje debía efectuarse el lunes 28 de septiembre y la cita con el facultativo del Clínico estaba fijada para las 11.30 horas. Juana Cadórniga explica que el sábado por la tarde, un conductor del servicio de ambulancias de la zona le llamó para decirle que pasarían a recoger a su hijo a las 6.30 horas. La mujer se negó a aceptar eso porque implicaba que su hijo iba a pasar cinco horas en la carretera: «Toda a fin de semana xa non puiden durmir dos nervios. O luns ás 8.33 horas chamei por primeira vez á sección de transporte sanitario da Dirección Provincial do Sergas e dixéronme que, efectivamente, tiña dereito a unha ambulancia individual e que todo se ía amañar».

Sin embargo, las cosas no fueron tan fáciles y esta vecina tuvo que realizar más llamadas, ya que le dijeron que en Barbanza no había ambulancias: «Andaron comigo coma se fora un paquete. Eu non me podía aguantar e non paraba de chorar». De hecho, al recordar lo vivido, las lágrimas todavía aparecen en el rostro de Cadórniga Santos.

Después de dar mil vueltas y de hablar con el neurólogo de su hijo en varias ocasiones, finalmente logró que una ambulancia fuera a recoger al enfermo a la vivienda familiar. Salieron a las 11.30 horas y llegaron a la consulta a las 12.50, después de dejar a otras dos personas que también iban al médico.

La madre critica al Sergas porque considera que tuvo una deficiente actuación: «Os responsables teñen que vixiar que se cumpren as condicións ás que cada un ten dereito, que por algo se poñen». También muestra su discrepancia con el servicio de ambulancias porque no la avisó hasta el sábado por la tarde de lo que pasaba.

La ribeirense afirma que si no hay ambulancias suficientes para atender los servicios «o Sergas debe buscar solucións».