«Os mariñeiros sempre temos medo e precaución, de feito, toda a que se teña é pouca»

M. B. Xiráldez

BARBANZA

20 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Dice que a sus 73 años, la memoria ya empieza a fallarle, pero Alejandro Romero Pouso recuerda bien lo que ocurrió aquel fatídico 24 de marzo de 1986. Él también se hizo a la mar de madrugada, pero una avería en la hélice de su embarcación le obligó a regresar a puerto mucho antes de lo previsto. Cuando estaba inmerso en los trabajos de reparación de su buque, le llegó la fatal noticia: el Volverán , el pesquero patroneado por su hermano y en el que viajaban cuatro sobrinos suyos, no daba señales de vida.

«Todos os barcos chegaron a terra menos o de Francisco, entón decidiuse ir na súa procura. Como eu tiña o meu en seco, que estaba sendo reparado, funme noutro, pero non puidemos facer nada», recuerda con nostalgia Alejandro. Aunque los días posteriores al trágico suceso fueron fatídicos para este sonense, asegura que nunca se planteó dejar su profesión de marinero. Eso sí, reconoce que la sensación de temor lo envolvió durante los años siguientes: «Os mariñeiros sempre temos medo e precaución, de feito, toda a que se teña é pouca».

Pero Alejandro pertenecía a una familia de pescadores, todos sus hermanos ejercían esta profesión, y siguió saliendo al mar cada día hasta que le llegó la hora de la jubilación, hace siete años. Nunca más le tocó vivir en carne propia un drama como el que desencadenó el naufragio del Volverán .

Como tantos otros vecinos de Porto do Son, Alejandro también se quedó con la cara amable de aquel desastre: «O movemento solidario que se desencadeou foi tremendo. Empezouse por recadar fondos para a viúva dun sobriño meu que tiña seis fillos e que estaba nunha situación crítica e acabouse conseguindo cartos para repartir entre todas as familias».

Este sonense sigue en la actualidad muy ligado al mar. Ahora disfruta contemplando las embarcaciones atracadas en el puerto y viendo como los marineros se preparan para salir a faenar.