La protección autonómica llega tarde a yacimientos de la comarca

BARBANZA

28 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En el pasado verano, la Consellería de Cultura anunció que iba a declarar bienes de interés cultural (BIC) un buen número de yacimientos del Megalítico de la comarca, con los castros de Baroña y Neixón a la cabeza. Se iniciaban los trámites para dotar de la máxima protección a estos espacios. En aquel momento, se indicaba que el proceso duraría un tiempo considerable, de al menos veinte meses. Ahora, que solo pasó medio año desde el anuncio de Cultura, se antoja que esa espera es demasiado larga. Basta con visitar algunos de los yacimientos elegidos, como las mámoas rianxeiras de O Campiño, el Arca do Barbanza boirense o el dolmen de Argalo en Noia para darse cuenta de que, en realidad, están agonizando.

A excepción de los castros de Neixón y Baroña, en una situación más privilegiada, la primera enfermedad que se detecta en los yacimientos que se van a proteger se refiere a los accesos. La maleza inunda tanto la zona de Os Campiños como la de Argalo o la mazaricana de Corveira, donde también hay un dolmen que va a ser BIC. Sin embargo, a este primer achaque, que se curaría con una limpieza y un mínimo de mantenimiento, se le suman otros más graves. En la mayoría de estos restos del Megalítico faltan piedras.

Actuaciones

Sin embargo, la dolencia más grave, la que pone en jaque estas reliquias de la Edad del Bronce y el Neolítico es una que tiene que ver con la mano del hombre. Haciéndose eco del refrán que dice que es peor el remedio que la enfermedad, lo más grave que les pudo pasar a estos yacimientos fue que en su día se excavasen. ¿Por qué? Porque luego se abandonaron y, al quedar las piedras al aire, los expolios se sucedieron y las estructuras se hicieron más débiles. Por ejemplo, en el Arca do Barbanza hay unas losas con riesgo de derrumbe, que incluso hacen peligrosa la visita a los túmulos.

La lista de achaques de los citados yacimientos es casi infinita. Y, lo peor, es oír la opinión de algunos arqueólogos barbanzanos. Señalan que, aunque se nombren BIC, eso no garantiza que se vayan a poner en valor.