«Poucos políticos se foron do restaurante sen que lles pedira cartos para obras da parroquia»

BARBANZA

Con 76 años, la restauradora rianxeira no renuncia a seguir luchando para que «Taragoña teña todo o que se merece»

17 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Si a un rianxeiro o a cualquier otro barbanzano le preguntan por Carmen Meda Ces, posiblemente, no sepa de quién le están hablando. Sin embargo, si le dicen que se trata de A Pachina , no tendrá duda alguna. Esta mujer, capaz de transformar un restaurante rianxeiro, Casa Pachín, en un gran salón de bodas y de reivindicarse como gran conseguidora de obras para su parroquia de Taragoña, peina ahora canas. Aunque reconoce que «as pernas xa non son o que eran», no renuncia a ser el torbellino de siempre de la mañana a la noche.

Así, verla aparecer por su restaurante es tanto como ver venir un auténtico terremoto. Son las diez y media de la mañana y, a bordo de su juvenil coche, Carmen Meda ya ha ido a misa -es de visitar la iglesia a diario- y ha dado unos cuantos consejos a quienes trabajan en el bar o adecúan las mesas del comedor. «Gústame supervisalo todo», indica la mujer.

Antes de empezar a recordar capítulos de su vida, advierte: «Mira, eu ándoche moito por fóra, pero como na miña casa non estou en ningunha parte. Como non vai ser o meu recuncho favorito, se vendo todo isto vexo tamén todo o que eu máis o meu home traballamos». Y, sin dar tiempo a nada, baja por unas escaleras para plantarse ante los fogones. «A cociña, quizais, é o meu lugar favorito, porque me encanta supervisar como se fai todo aquí, aínda que eu agora xa non estou para traballar nadiña», añade.

Difícil trayectoria

Es, precisamente, cuando echa una ojeada a las potas cuando empieza a recordar cómo fueron sus comienzos. Habla de tiempos en los que anduvo al estraperlo, cogiendo un barco hasta Vilagarcía para conseguir jabón portugués o aceite. Cuenta que su marido y ella empezaron una casa con 10.000 pesetas y que de una pequeña tasca pasaron a un ultramarinos y de ahí... al restaurante en el que se convirtió Casa Pachín. Sin embargo, cuando su historia empieza a asemejarse a la de tantas mujeres del franquismo que tuvieron que trabajar duro, aporta detalles que la convierten en única.

Con pantalones

Habla Carmen Meda de que, ya siendo bien joven, decidió que las distancias no iban a resistírsele, y aprendió a conducir una moto. Dice que un día llegó a una fiesta cerca de Santiago «a cabalo da moto e cuns pantalóns e quedaron todos coas bocas de par en par». Luego, a los 36, se sacó el carné de coche.

Buena falta le hizo saber conducir, porque según ella misma confiesa nunca tuvo reparo en irse a Santiago para llamar en los despachos y conseguir obras. «Cada vez que facía falta asfalto, alá ía eu», dice. Sin embargo, donde más euros para cemento consiguió fue en su propia casa. No en vano, tal y como cuenta «poucos políticos se foron do restaurante sen que lles pedira cartos para a parroquia». Por descontado, fue la fundadora del Centro Cultural de Taragoña y, con su tesón a la hora de hacer rascar los bolsillos a las administraciones consiguió que se hiciese el campo de la fiesta parroquial.

Homenaje

El reconocimiento le llegó con una fuente que los vecinos bautizaron como la de A Pachina en el lugar conocido como Campo Maneiro. «Foron anos moi bonitos, loitabamos para que a parroquia tivese cousas importantes e logramos, por exemplo, facer unha explanada no peirao», dice. ¿Y ahora? Aunque algo más apartada de la primera línea de batalla, dice que no renuncia a seguir luchando para que «Taragoña teña o que se merece».

Mientras lo hace, recuerda los tiempos en los que ayudó a parir a más de una mujer que no llegaba hasta el hospital de Santiago y paró en su casa porque sabía que allí dormía el médico o las bodas que hizo por toda Galicia. Luego, sentencia con voz nostálgica: «O que eu necesitaba agora mesmo era ter corenta anos para volver empezar».