Los comuneros de San Vicente recuperan el monte autóctono

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La entidad apuesta por plantar en O Grove castaños y carballos

06 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Para algunas generaciones de gallegos, el eucalipto y el pino tienen la condición de árboles tradicionales de nuestros bosques. Pero la realidad es bien distinta. Los comuneros de San Vicente de O Grove lo saben, y por eso llevan tiempo embarcados en recuperar las especies arbóreas autóctonas. El carballo y el castaño se han convertido en los árboles elegidos para poblar los montes de este finisterre arousano. Ya llenan amplias superficies, y estas son objeto de muchos cuidados. El domingo, sin ir más lejos, una quincena de comuneros subieron al monte a primera hora de la mañana para podar una plantación de castaños y talar algunos pinos que estaban impidiendo su correcto desarrollo.

Pero el monte no se puede mantener solo de esas jornadas de trabajo voluntario. Por eso, la comunidad de montes ha decidido contratar a dos personas que, durante los próximos dos meses, se encargarán de realizar trabajos de limpieza y mantenimiento de varias zonas del monte vecinal.

En San Vicente, las labores van mucho más allá de esas limpiezas tan necesarias para evitar que el fuego asole nuestros montes, así que los vecinos seguirán subiendo periódicamente al bosque para echar una mano. Empeñados en devolver al monte los colores y las texturas de antes, los comuneros han decidido mantener firme su apuesta por las especies autóctonas. Este año tienen previsto plantar castaños en una superficie de mil metros cuadrados, y el próximo año aspiran a llegar a los cinco mil metros. «O castaño é unha árbore que axuda a ter limpo o monte, dá boa sombra no verán e ademais é bonito», explica Jesús Otero, el presidente del colectivo vecinal.

El trabajo que realizan los comuneros comienzan a dar sus resultados. Y no solo en la mejora de la biodiversidad de los montes y del ecosistema de la península de O Grove, según apuntan los comuneros, si no también en el creciente número de personas que se deciden a descubrir los bosques mecos, bien sea disfrutando de las vistas de los hermosos miradores, bien practicando el saludable ejercicio del senderismo.

Pero cuidar el monte tiene efectos positivos también sobre quienes ejercen de cuidadores. Quienes cada cierto tiempo invierten parte de su tiempo libre podando árboles, talando los que sobran o limpiando caminos, están recuperando «un sentimento de comunidade que casi se perdera». De esa forma, «estanse recuperando lazos de amizade e de solidaridade que son a esencia e o fin último do monte comunal galego», según nos explican desde la parroquia de San Vicente.