El «Hidria» emigra a Andalucía

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA/LA VOZ.

AROUSA

El viejo barco viaja rumbo a los mares del sur para buscar allí la oportunidad de futuro que sus armadores no han podido encontrar en las aguas de las rías gallegas

03 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El puerto de O Grove se ha quedado sin uno de sus inquilinos más especiales. El barco Hidria II salió a finales de la pasada semana de la dársena de O Corgo para iniciar una singladura sin retorno previsto a aguas gallegas. Va rumbo al sur, a Andalucía, donde sus propietarios Sesé y Jacobo esperan encontrar las oportunidades que no han hallado en Galicia.

La decisión de emigrar la tomaron los armadores del Hidria llevados por la desesperación. Este verano contaban con tener unos ingresos garantizados gracias a un programa de la Xunta del que fueron excluidos a última hora y sin previo aviso. Esa cancelación los dejó compuestos y sin más proyectos para el verano que buscar hasta debajo de las piedras el dinero con el que hacer frente a los múltiples préstamos bancarios de los que tienen que responder. Llegaron, incluso, a barajar la posibilidad de poner en venta el barco en el que han invertido todos sus sueños. Pero finalmente se han resistido a la venta. Han cogido «a los niños, al perro y lo imprescindible», según ellos mismos cuentan, y se han puesto a navegar rumbo a Andalucía. Ayer por la mañana pasaban frente al Algarve, cargados con un equipaje de ilusión que, pese a ser grande, no alcanza a cubrir la tristeza que les produce no haber sido profetas en su tierra.

«No vamos a tener un atraque fijo, iremos de un lado a otro, pero lo que sí tendremos será un amarre digno», contaba ayer, desde el Atlántico, Sesé. En O Grove ni lo tenían, ni se atrevían a soñar con tenerlo. «Y sin amarre no puedes ni tener una caseta para vender tickets, ni hacer viajes regulares, ni nada», cuenta la armadora del Hidria. Sesé sabe que le esperan tiempos duros. «Al llegar tendremos que ponernos a buscar casa y colegio para los niños», explica.

Y tendrán también que ponerse a trabajar a las órdenes de Marina Charters. «Vamos a hacer, más o menos, lo mismo que hacíamos en Galicia», relata. El verano es posible que lo dediquen a realizar avistamientos de cetáceos en el Estrecho de Gibraltar. Y el invierno lo capearán a caballo entre los diversos puertos que jalonan la costa andaluza.

Al menos hay horizonte

El horizonte es incierto, pero al menos hay horizonte. Quedarse en O Grove, concluye Sesé, habría significado la derrota. «Si no nos íbamos, para el año nos veríamos endeudados y completamente arruinados». Un futuro que no quieren ni para ellos, ni para quienes, como ellos, han apostado por convertir el patrimonio marítimo en una actividad profesional. «Ojalá no haya más barcos que tengan que marcharse», desea Sesé. Y sus palabras suenan a plegaria compartida con todos sus compañeros de sector.

Y es que todos los barcos de la flota con valor patrimonial se encuentran en una situación económica crítica, «y los políticos no tienen voluntad de hacer nada por nosotros». Ni para concederles unos atraques en condiciones desde los que poder desarrollar su trabajo, ni para idear programas y actividades que les garanticen unos ingresos mínimos con los que poder arrancar su negocio.