Las aguas de las Islas Atlánticas albergan más de 50 tesoros

Diego Pérez Fernández
Diego Pérez VIGO/LA VOZ.

AROUSA

Los barcos hundidos permitirán crear una ruta turística vinculada a episodios históricos desde el imperio romano

30 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En torno a las Islas Atlánticas existe un cementerio submarino de gran valor. Pero no por el mítico tesoro de la batalla de Rande, objeto de deseo de cazatesoros de todo el mundo pese a que muchos expertos descartan su existencia. La riqueza comprobada está en el patrimonio cultural que representan el medio centenar de históricos naufragios catalogados en las aguas del parque nacional.

Existe un primer registro de 51 naufragios. Los arqueólogos Miguel San Claudio y Raúl González Gallero han hecho un trabajo de campo y recogido toda la documentación disponible en un libro que editará el Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Han puesto, negro sobre blanco, los nombres de más de 30 pecios y numerosos restos de materiales logrados con ayuda de buceadores, fotografías aéreas, cartas náuticas y análisis toponímicos.

El director del parque, José Antonio Fernández, tiene claros los objetivos: hacer un catálogo para poner en valor un parte importante del patrimonio cultural de Galicia y, al mismo tiempo, contribuir a su protección y ponerlos a salvo de posibles expolios y cazatesoros. Todo ello de la mano de la Consellería de Cultura.

De momento solo es es una intención, pero en el horizonte se atisba la creación de una ruta cultural por los pecios de las islas. Será como un museo visitable tanto por los buceadores profesionales y aficionados como por los miles de visitantes que estén dispuestos a subirse a una embarcación y recorrer los lugares donde se encuentran galeones, bergantines, pesqueros, submarinos, vapores de pasaje, petroleros...

Galicia submarina

«La Historia navegó sobre embarcaciones que han ido enriqueciendo el patrimonio cultural de una tierra que no termina allí donde alcanzan las olas. Más allá de las playas y los acantilados existe una Galicia submarina de la que no todos somos conscientes, pero que es muy real pese a encontrarse en un medio hostil a la presencia humana», sostiene el autor del estudio. Para el arqueólogo submarino San Claudio, «los buques naufragados se han convertido hoy en día en yacimientos arqueológicos que vinculan la historia general a un territorio que a priori en muchas ocasiones se ha presentado como una tierra apartada de las corrientes culturales europeas».

¿Exageración? En absoluto. Repasar la lista de los barcos es como encontrar huellas de algunos de los capítulos más importantes de la historia de Europa e incluso mundial. Desde los tiempos de Julio César hasta la época actual, pasando por la Reconquista o las dos guerras mundiales.

Los primeros naufragios documentados en el en torno de las Cíes datan del año 899. Los protagonizó una flota musulmana enviada por Muhamad I que embarrancó por un temporal. Dando un salto hasta el 1634 constan naufragios de piratas. Un armador de buques corsarios de A Coruña, Francisco Zárraga, pidió permiso a las autoridades del momento para extraer la artillería de un navío turco hundido en la costa. En Ons, sobreviven a un naufragio 36 moros que luego fueron vendidos como esclavos.

En 1702 se hundió cerca de las Cíes el mítico galeón Santo Cristo do Maracaibo, una leyenda que sigue engordando con supuestos descubridores que carecen de pruebas. Antes de que acabase el siglo XVIII la goleta corsaria Brilliant, de 63 tripulantes, explotó repentinamente cuando combatía con un corsario británico junto a Ons.

Los comienzos del siglo XIX están marcados por el choque contra una roca del Júpiter, navío de la Armada británica con cincuenta cañones que naufragó en los bajos de Carrumeiro. En otro lugar de las Cíes se perdió el vapor Bonika en 1874. Doce años después, frente a la playa de San Martín, sufrió una vía de agua el vapor Adriano. Y antes de que acabara ese siglo se registran otros cinco episodios: la muerte de nueve tripulantes de la goleta San Juan Bautista por un temporal en Ons; dos golpes de mar que se llevan a la lancha pesquera Ramoncito, de Redondela, cerca de la playa de Figueiras (Cíes), y al pesquero cangués Rosalía, en las Cíes; el naufragio del bote de pesca de O Berbés El buen Jesús en las inmediaciones de esas islas; y el abordaje del pesquero Elenita por parte del alemán Planet.

El siglo XX es, como cabe esperar, el más documentado y variado en cuanto a embarcaciones. En la memoria colectiva de generaciones de gallegos pervive el recuerdo de naufragios míticos como el del Ave del mar, pesquero moañés en el que murieron 26 marineros y algunos de cuyos cadáveres rescató en Cíes la expedición del cazatesoros John Potter en 1956. Aunque para catástrofes, la del vapor de correo Santa Isabel, que encalló cerca de Sálvora en 1921 y en el que perdieron la vida 213 personas.

En cuanto a barcos militares, dos ejemplos: el submarino General Mola, que regaló de Mussolini a Franco durante la Guerra Civil y que se hundió en Ons en 1959 tras romperse el cable del remolcador que lo llevaba para el desguace, y el buque de la Armada Cíclope, que se partió en dos en unos bajos de la Borneira cuando se dirigía a la Escuela Naval de Marín en 1952.

Y de infausto recuerdo es el Polycommander, petrolero noruego que se fue a pique vertiendo 12.000 toneladas de crudo en plena ría de Vigo.