Castor y Ramiro

AROUSA

20 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

A Castor Cordal y a Ramiro Barreiro los fusilaron el 15 de septiembre de 1936 por querer vivir en un país libre y democrático cuando la noche franquista se cernió sobre el cándido albor republicano. Eran de Cambados, pero el tiro mortal se lo dieron en Barro y allí se quedaron sus cadáveres, perdidos en una de las tantas fosas comunes de la dictadura que siguen cerradas en España y que, como si de una herida purulenta se tratara, hay que abrir para que sangren y se purguen definitivamente. Solo así podrán sanar las almas de los asesinados y las mentes de sus seres queridos. Que más que memoria histórica lo único que quieren es poder enterrar como Dios manda a sus padres, tíos y abuelos. Ayer Castor y Ramiro regresaron por fin a Cambados. Otro capítulo terminado del inmenso libro que forman los represaliados por la locura franquista. Los que defendemos la memoria histórica no queremos venganzas ni revanchas. No nos mueve el afán por aniquilar al que no piensa como nosotros. No. Solo sabemos que una sociedad justa no se puede sustentar sobre la sangre y el silencio. Y que no son lo mismo víctimas y verdugos. Fuesen del bando que fuesen. Abrir las fosas y rescatar las historias de los muertos en una obligación democrática.