Médico de miles de niños vilagarcianos desde 1977 y miembro de la Real Academia Galega de Medicina, el valenciano Viana es una autoridad en la historia de su localidad adoptiva
19 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Por sus manos han pasado buena parte de los vilagarcianos nacidos desde el año 77, y también muchos de los episodios y personajes más relevantes de la historia de la capital arousana. Pediatra de profesión e historiador aficionado, Víctor Viana es uno de esos hijos adoptivos que todo pueblo desea tener. Uno de esos vecinos con raigambre en tierra extraña que sin ánimo doctoral descubre a sus nuevos paisanos el tesoro oculto de su pasado comunitario, escondido tantas veces por la indiferencia de quienes deberían presumir de él.
Si uno fuese tan solo de donde nace, Viana sería valenciano. Pero ya son muchos los años que el pediatra de San Roque lleva por estos lares para que se sienta extraño en Galicia, y mucho menos en Vilagarcía, de la que ha extraído material para una docena de libros de historia.
Los estudios de Medicina trajeron al galeno hasta Santiago de Compostela. Acabada la carrera «me ofrecieron hacer la especialidad, y la cátedra de pediatría en Compostela es muy buena». Después, lo habitual, «haces amigos, sale una plaza en algún curso, te casas con una gallega, tienes hijos, y ya te quedas aquí -dice riendo-».
En Santiago, Viana trabajó en un par de hospitales antes de participar en primera persona en uno de los grandes proyectos piloto de la sanidad española de los años 70: los centros de diagnóstico. «Eran», explica tres décadas después, «una especie de ambulatorios con todo tipo de especialidades. Se hicieron tres en toda España. Uno en Santiago. El ministro de Trabajo vino a inaugurarlo. Pero el proyecto fue un fracaso, y ya no se hicieron más centros de diagnóstico. Las especialidades tienen que estar muy ligadas a un hospital», apunta como causa del batacazo de la iniciativa.
Con plaza fija en Santiago, Víctor Viana optó a un puesto en el ambulatorio de Vilagarcía, porque «me atraía más la medicina primaria». Y así se afincó en 1977 en la capital arousana, donde sigue trabajando en el mismo centro sanitario 32 años después.
Ya en su actual plaza, el doctor Viana ingresó en los años 80 en la Real Academia Galega de Medicina. No como académico numerario, para lo que «es necesario que alguien se muera y propongan a otro en su lugar -dice con sorna-», sino ganando uno de los concursos de acceso con un estudio geográfico-médico de un partido judicial de la zona. Viana no se acuerda de qué partido se trataba, pero sí de que acabó realizando los de Cambados, Caldas y Vilagarcía, ganando tres premios de la Real Academia.
Vilagarcianos como suecos
En aquella época también firmó nuestro arousano un trabajo compartido con un profesor de A Estrada sobre la elevación de la estatura en Vilagarcía desde finales del siglo XIX hasta 1970. «Lo presentamos al primer Congreso Galaico-Miñoto de Cultura. Basándonos en la talla de los quintos del ejército encontramos un aumento de entre 10 y 15 centímetros. A mediados de los 70 estaban a la altura de suecos, alemanes o ingleses. No tenían nada que envidiarles».
«Los abuelos son unos genios»
Viana no analizó la evolución posterior de la estatura de los vilagarcianos, pero sí pudo observar que los años transformaron la pediatría por estos lares. A los avances médicos el galeno añade que los progenitores están ahora «mucho mejor preparados para evaluar si el niño está enfermo o no». Y más que los padres, «los abuelos. Los abuelos saben la tira. Son verdaderos genios de cómo funciona la cosa».
Pero no todo ha sido positivo. Por su consulta han pasado en estos 32 años «imagínate, miles de niños». Y la experiencia le dice desgraciadamente que «los chavales de hace 30 años eran más educados. No se les ocurriría decirles a su madre barbaridades como ahora. A veces te incomodas en la consulta con estas cosas», relata.
Su preferencia por la medicina primaria trasladó a Viana a un ambulatorio. A Vilagarcía lo atrajeron varias cosas. «Siempre me gustó más vivir en un pueblo. Y Vilagarcía se presta mucho, porque está bien comunicada con todo. Está al lado del mar, tiene estación... tiene de todo. Esto es casi el paraíso».
El casi lo añade el propio Viana: «La lástima es que se haya perdido lo que teníamos antes a nivel turístico. En los años 20 y 30 del siglo XX en las guías nacionales de turismo no aparecían Cambados, ni A Coruña ni Ferrol. Aparecía Vilagarcía».
El dato se le escapará a muchos vecinos de la capital arousana. A Víctor Viana su curiosidad y su pasión por la historia le descubrieron estas y otras muchas parcelas del pasado de su pueblo de adopción, en el que volcó una inquietud que descubrió en Vilagarcía y que, cree, «es posible que sea algo genético. Mi hermana ha escrito más de 100 libros, la mayoría cuentos. Tengo un primo que es historiador en Valencia, y descubrí que un tío abuelo mío también era historiador».
De la pluma de Viana han salido una docena de libros y trabajos varios sobre el pasado de Vilagarcía. También Los otros Valle-Inclán , una obra en la que trata sobre la familia «del mejor literato que hemos tenido en el siglo XX», al que le ha dedicado muchas de sus horas de asueto y vacaciones, con diversas colaboraciones sobre la vida del personaje en la revista Cuadrante. Con su granito de arena ha contribuído a arrojar luz sobre el que hasta hace poco era un «gran desconocido en Galicia».