Nuevos tiempos para el mar

AROUSA

Cuando las mariscadoras dejaron atrás el caos para empezar a organizarse, fuertes conflictos a pie de playa sacudieron la costa gallega. El de O Castelete fue uno de ellos

08 feb 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«¿Como non me vou acordar?». Evangelina Lago, ahora patrona mayor de Vilanova, fue una de los cientos de personas que en el año 1989 vivieron en primera persona el conflicto de O Castelete. Una batalla que comenzó cuando la cofradía vilanovesa decidió poner orden en el trabajo en las playas, tomar las riendas de sus concesiones, y fijar topes de capturas y días de faena. En resumidas cuentas, cuando decidieron dejar atrás el caótico sistema de explotación anterior para convertir la playa en un lugar de trabajo regido por la lógica y la responsabilidad. Aquel empeño de los vilanoveses chocó frontalmente con los mariscadores de Corvillón (Cambados). Acostumbrados a bajar a la seca en cualquier momento, sin reglas ni límites, se envolvieron en el grito de «mar libre» y se lanzaron a una batalla contra los nuevos tiempos que acabaron por peder.

En O Castelete se abrieron muchas heridas. «Hai xente que se levaba moi ben comigo e que aínda hoxe non me fala», recuerda Evangelina Lago. «Sempre me quedou aí un pesar por iso, pero ¿que outra cousa podíamos facer?», se pregunta. A su juicio, la cofradía de Vilanova no hizo nada más que intentar sacar provecho a lo que le pertenecía. «Nos a concesión xa a tiñamos aí de toda a vida. O que pasa e que era cando nos estabamos empezando a organizar e había cristos así en toda Galicia». De aquel tiempo recuerda gritos, «amenazas criminais» y el zarandeo de su coche en medio de uno de los tumultuosos encontronazos entre mariscadores. «Eu non era cabecilla. Cabecillas eramos todos. Queríamos un posto de traballo fixo para poder vivir del. Eu estaba cansa de ser unha furtiva que tiña que andar a correr e a escapar dos tiros, por que había tiros. Quería un posto de traballo digno e deixar de pasar fame», cuenta esta mujer, que a la vuelta de veinte años se ha convertido en la única patrona mayor de la ría de Arousa.

Isabel Pérez, la presidenta de las mariscadoras de Cambados, también recuerda O Castelete. Recuerda cómo, en solidaridad con los mariscadores de Corvillón, todo Cambados interrumpió su actividad durante un día de huelga general. Y como la playa se convirtió, los días 13 y 14 de noviembre, en un auténtico campo de batalla en el que los mariscadores se enfrentaron entre sí y con los 130 guardia civiles que habían sido enviados a la zona para evitar males mayores. «O primeiro día leváramos o rastrillo para traballar, pero o segundo só levamos os caldeiros por se nos tiraban pedras», cuenta. Y piedras hubo, sí, y bolas de tierra e insultos de todo tipo. La situación llegó a tal punto que los agentes se decidieron a actuar, y empezaron a lanzar pelotas de goma y botes de humo. Isabel esquivó aquellos proyectiles «agochándome detrás dunha pedra», pero hubo gente que no tuvo tanta suerte. Según contaba La Voz de Galicia al día siguiente, tres personas resultaron heridas en aquella confrontación. Una de ellas, Ramona Fiejoo Vázquez, perdió un ojo tras recibir en la cara el impacto de una de las pelotas de goma.

«Foi un momento moi malo, moi duro», dice Evangelina Lago. Los intentos de encontrar una salida negociada al conflicto de O Castelete fallaron una vez tras otra, y la época de precampaña electoral en la que se inició el conflicto no hizo más que bloquear todas las salidas. «Era época de eleccións, e todo o mundo prometía o que a xente quería oír», cuenta Evangelina Lago. Isabel Pérez es de la misma opinión. «Había cerca unhas eleccións e xa se sabe...».

«Teño vinte anos máis enriba, algo xa madurei desde aquela», sigue contando la presidenta de las mariscadoras de Cambados. De O Castelete sacó varias cosas en limpio. La primera, «que as cousas non se resolven a paus. Hai outras fórmulas». La segunda, «que antes de tomar partido hai que escoitar as dúas partes». Y es que las cambadesas acudieron en ayuda de sus vecinas de Corvillón «un pouco ás cegas. Eran de Cambados e nós queriamos axudalas», sentencia. Y si para eso había que «invadir» concesiones vilanovesas, se invadían y punto. «Date de conta de que eran outros tempos. Nós estabamos acostumadas a ir a seca todo o día, mañá, tarde e noite, cando se podía. Estábase producindo un cambio moi grande, e todos os cambios dan medo».

Ahora, dos décadas después de todo aquello, el cambio se ha consolidado en el sector del marisqueo gallego. «A nós valeunos a pena todo aquilo», concluye Evangelina Lago. «E penso que a todo o mundo», sentencia. También Isabel Pérez considera que la organización del trabajo en las playas ha dado muchos frutos, y muy positivos. Las mariscadoras, hoy en día, no solo recogen el marisco que crece en la playa. Como auténticas cultivadoras del mar que son, dedican horas y esfuerzo a sembrar almeja en sus concesiones y a retirar de ellas algas y depredadores que puedan poner en peligro su cosecha. Estas últimas semanas, la playa de O Castelete ha vuelto a ser, de nuevo, escenario del tiempo. Las mariscadoras -en grupos de cincuenta- han luchado sin descanso contra una nueva invasión: la de las algas. Mientras ellas se consagraban a esa faena para salvar la producción de almeja fina, sus compañeras extraían de otras playas el marisco que daría para pagar un sueldo a todas ellas.