Pero aprender a tejer también tiene sus dificultades. María Rodríguez explica que, además de los precios, muchas veces se encuentran con dificultades a la hora de conseguir materiales en Vilagarcía. Comprar por Internet o en Santiago o Pontevedra son algunas de las opciones. Otra es aguzar el ingenio.
Así que para tejer calcetines con agujas de doble punta han creado un instrumento ideal: los pinchos morunos. «Fue un invento de mi padre -reconoce María-. En Vilagarcía para hacer calcetines solo hay dos números de agujas, y para algunas lanas necesitas otros. Entonces le pedí a mi padre que nos hiciese unas y vio los pinchos en la cocina, los afiló por el otro lado, y ahí estaba. Ahora han inventado unas agujas de doble punta de bambú, pero nosotras ya descubrimos antes los pinchos morunos».
El de los materiales no es el único problema. María está ahora haciendo unos amiguris, muñecos de ganchillo que llegan de Japón y se han puesto muy de moda. Pero los patrones están en japonés y descifrarlos es toda una aventura. Claro que para ello cuenta con la ayuda de su madre y su abuela. «Es curioso, pero ellas se guían más por los gráficos, y nosotras por las explicaciones». A las mujeres de más edad les resulta llamativo, por ejemplo, que realicen calcetines con cinco agujas. Aunque comparten afición, la diferencia es notable: «A ellas les enseñaron sus madres, nosotras aprendemos por Internet». Porque los nuevos tiempos hasta para las labores más tradicionales.