«A nosotros no nos importa el idioma en el que hablen las muñecas, ni siquiera las galescolas, lo que nos importa es una vivienda digna y la pérdida de poder adquisitivo; lo otro son los sueños eróticos de Anxo Quintana». Javier Dorado es de Vigo, tiene 19 años y estudia Derecho. Ayer se estrenó como presidente provincial de Novas Xeracións en Pontevedra con esta y parecidas pullas, en el congreso que la organización juvenil del PP celebró en Vilagarcía. Y efectivamente debe de ser así, porque de los cinco ponentes que intervinieron en su clausura solo dos, la presidenta de NN.XX., María Seoane, y Alberto Núñez Feijoo, en su caso alternándolo con el castellano, emplearon el gallego en sus arengas.
Dorado sustituye en el cargo a Marta Rodríguez Arias, diputada autonómica que jugaba en casa y deja la presidencia de la estructura pontevedresa después de ocho años con 1.500 afiliados y presencia activa en la mitad de los concellos de la provincia. Uno de los retos que el nuevo responsable afronta es, precisamente, extender la organización y crear una nueva figura: las juntas comarcales.
Retórica afilada al margen, el congreso discurrió suave como la seda. Dorado, hasta ayer secretario xeral de NN.XX. con Seoane, contempló cómo los 120 jóvenes compromisarios que acudieron a la cita respaldaban unánimemente a su equipo, el único que presentó sus credenciales. No había, por lo tanto, mucho que debatir, aunque sí bastante carga ideológica que distribuir, habida cuenta de la proximidad de unas elecciones generales cruciales.
Dos ponencias, sobre Xuventude y Vivenda, sirvieron para que Juan Rodríguez, de Vilagarcía, y Vanesa Ucha, de Porriño, descargasen su artillería dialéctica sobre «las mentiras del Gobierno» en materia de acceso a la vivienda y el sambenito de «fachas, franquistas y ultraderechistas» que, lamentó el joven arousano, la izquierda se empeña en colgarles: «Que reserven eso para los terroristas, no para un partido que lucha para derrotar a los asesinos».
Dorado respiró también este aire defensivo al proclamar «no somos bichos raros», ironizar con la muerte de Manolete -«dirán que hasta el toro que lo mató debía de ser militante del PP»- y animar a sus compañeros a cobrar peso «en los pubs y discotecas, sí, pero también en las facultades y los institutos». Hubo, inevitablemente, referencias al botellón y llamadas al consenso. María Seoane, a punto de cumplir su primer año como número uno de Novas Xeracións, no quiere el «aborregamento» que, denuncia, promulgan los gobiernos central y autonómico, y sí «o galego co que nos criaron a nosas nais e avoas, e non o da universidade de Touriño e Quintana».
«¿Algún galego é subnormal?»
En este ambiente propicio, con una sala de conferencias repleta, tomó la palabra el presidente del PPdeG, Alberto Núñez Feijoo, que reclamó el auténtico inconformismo para sus jóvenes, puesto que, afirmó, «los del BNG están todos en los despachos y los del PSOE nunca existieron». Touriño y Quintana fueron objeto constante de sus críticas, en un discurso en el que el líder conservador alternó el castellano con el gallego, tal vez como muestra de una marca de identidad, «non hai posibilidade de ser galego sen ser español», que contrapuso a quienes «queren ser portugueses».
La crisis sanitaria -«300.000 galegos están agardando por unha consulta, unha intervención ou unha diagnose»- es, en su opinión, el síntoma más evidente «dun mal Goberno» que no se soluciona con campañas publicitarias: «¿É que cren que algún galego é o suficientemente subnormal como para ir a urxencias cunha tirita?». Una «burla» que Feijoo hizo extensiva al pago pendiente de las ayudas por las riadas en lugares como O Salnés, llamados, dijo, «a ser la Toscana de Europa», pequeño lapsus con el que, probablemente, el líder conservador quiso referirse, a modo de conclusión, a la «Toscana de España».