Juvenear

Paco Sánchez*+pacosanchez@lavoz.es

AROUSA

10 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

La violencia de los más jóvenes ha dado mucho que hablar esta semana, ocupó incluso más espacio que el dedicado la semana anterior a la violencia de los adultos sobre ellos. Los analistas coinciden en apuntar hacia la responsabilidad de los padres, que no dedican suficiente atención, o no de la calidad necesaria, a sus hijos. Unos cuantos, para mi perplejidad, han hablado de la crisis de sentido. Algunos se han abonado a una tesis repetida para justificar cualquier perversión, muy confortable si no se quieren reconocer las causas: «Siempre ha sido así, solo que ahora nos enteramos». Y tan panchos.

Nadie ha preguntado nada a los niños, y esto podría ayudar. A lo peor aparecen respuestas como esta, referida a los padres varones: «Andan muy ocupados en sus divorcios, en salir con jovencitas, en Facebook (una página para relacionarse por Internet) y en hacerse los jóvenes».

No se inquiete: son respuestas de niños suecos, donde también están muy preocupados con el fenómeno violento. Ningún niño de aquí respondería algo tan brutal. Los padres (varones) de nuestros niños son gente entregada, que si no les dedican más tiempo es porque tienen que invertirlo, como sus esposas, en jornadas laborales agobiantes para llegar a fin de mes. No se pueden quejar nuestros niños de la falta de modelos masculinos cercanos, heroicos, dispuestos a cualquier sacrificio, a enseñar cuáles son los límites, aunque por eso parezcan más anticuados o menos jóvenes. Eso les pasa a los suecos, que ya se sabe. Aquí los padres (varones) dan el callo: no solo se agotan tras el pan de cada día, sino que se sobreponen al cansancio para escuchar a sus hijos y entenderlos, para darles motivaciones altas, para hacerles sentir que, pese a cualquier desacuerdo, ellos estarán siempre allí y les querrán incluso más cuando las cosas les vayan peor.

Aun así, deberíamos preguntar a los niños. A ver qué dicen.