Alcalde a sus cien años

A MARIÑA

Evaristo Fernández, el abuelo de Trabada, se mantiene como regidor de barrio tras superar el siglo de edad

01 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El brillo de su mirada resulta engañoso. Podría confundirse con el de cualquier adolescente. Luce, además, una sonrisa sana y sincera, de estar de vuelta de todo. No en vano Evaristo Fernández García ya supera los cien años de edad, lo que le otorga el mérito de ser el abuelo de Trabada.

Ayer fue su cumpleaños y ante los que a su casa de San Martiño se acercaron a celebrarlo volvió a exhibir buen humor y una excelente salud. Quizás por eso a pocos extrañó escuchar por boca del alcalde de Trabada, José Manuel Yanes Ginzo, una confesión tras fundirse en un abrazo con su amigo Evaristo: «Segue sendo alcalde de barrio. Eu nunca o destituín», decía mientras mostraba una fotocopia de la partida de nacimiento, fechada en 1907.

Quizás sea improbable hallar en Galicia un regidor de mayor edad que Evaristo, pero en su familia, directa o política, la longevidad tampoco extraña. Así lo comentaba ayer. La ocasión era, sin duda, propicia para ello. Su mujer, Celedonia, tiene 96 años y una hermana de ésta cumplirá cien el próximo día 28 de diciembre. Con ello aumentará el club de centenarios de Trabada.

Otro tío de Celedonia atesora otro récord. Se trata de don Álvaro, un sacerdote que falleció a los 107 años y que, según aseguran, ofició hasta ocho días antes de morir.

Más datos para el análisis de este barrio de San Martiño. Evaristo y Celedonia llevan ni más ni menos que 72 años casados. Ayer lo comentaba un hijo de ambos, Justo. ¿De cuántos años? Setenta y uno. Y por lo visto, a la feliz pareja le quedan muchos más cumpleaños por delante que celebrar.

A la casa de San Martiño acudió ayer el alcalde trabadense para entregarle a Evaristo un cuadro con una reproducción de una foto suya y, a su esposa, una caja de bombones.

Entre recuerdos y anécdotas la fiesta estaba más que justificada. Evaristo, visiblemente contento, animaba a su esposa a posar para las fotos. Setenta y dos años juntos los contemplan. Toda una vida.