Protección Civil se vio desbordada y no logró impedir que la marea humana arruinase las dunas protegidas
21 jul 2008 . Actualizado a las 02:14 h.Empanada y tortilla, hamacas, sombreros de vaquero, tiendas iglú, guitarras de fado, gritos de emoción... El pinar de Samil fue ayer una auténtica romería popular que atrajo a 150 autobuses de Portugal y otros cien de Ourense. Las acrobacias de la Patrulla Águila batieron récords, y no solo de velocidad, también de riesgo y suspense.
El Festival Aéreo de Vigo, que se celebró en la ría de Vigo, reunió a 350.000 espectadores que abarrotaron los arenales de Samil, O Vao y O Morrazo. Esta cifra equivale a toda la población de la ciudad y su comarca y fue aportada por la organización, que se hizo eco de los cálculos de Protección Civil. Los policías locales, que establecieron una espectacular operación salida, incluso elevan los cálculos. Son cien mil visitantes más que el año anterior.
El éxito es tal que Gijón y Cádiz quieren emular a Vigo, convertido en una «referencia en el exterior», según el organizador Pablo González. Este no ocultaba su satisfacción: «En el monte de O Castro había concentradas 25.000 personas y otras tantas vinieron a pie por la avenida».
Además, había fondeados 450 barcos cuya tripulación seguía las piruetas desde la ría, con las Cíes cubiertas por la niebla.
Los atascos de tráfico eran kilométricos desde primera hora de la mañana, por lo que miles de visitantes prefirieron viajar en las lanzaderas del bus de Vitrasa. La marabunta de curiosos también tuvo sus efectos perversos: los voluntarios de Protección Civil se vieron impotentes para evitar que la marea humana destrozase las dunas de Samil que estaban protegidas.
Los pilotos dieron toda su sangre fría para bordar unos ejercicios aéreos que quitaban el hipo. Algunos tripulantes llegaron a perder dos kilos de peso por el esfuerzo físico y mental que acarrean estas piruetas. Y los espectadores no salieron defraudados. Hubo de todo: cazas a dos veces la velocidad del sonido que ascendían como cohetes, avionetas de época que hacían un ocho en el cielo o helicópteros parados en el aire que imitaban al colibrí.