
¿Un eslabón entre el sapiens y el neandertal?
¿Un eslabón entre el sapiens y el neandertal?
Viernes, 27 de Octubre 2023
Tiempo de lectura: 6 min
Avanzaban sigilosamente entre la alta hierba, con la cabeza gacha y los sentidos alerta, aguardando el momento para abalanzarse sobre su presa con la potencia de sus 400 kilos de peso, derribarla y clavarle los colmillos en la nuca.
El león de las cavernas, un felino que hizo su aparición en Europa hace unos 300.000 años y que durante milenios habitó nuestro continente y el norte de Asia, es uno de los mamíferos más peligrosos de todos los tiempos. Grandes como vacas, podían medir más de tres metros y pesaban casi tres veces más que los leones actuales. Su pelaje era más oscuro, aunque es probable que los machos carecieran de la característica melena que hoy lucen sus parientes. A diferencia de los leones modernos, no vivían en grupos y cazaban en solitario. A pesar de ello, durante muchos miles de años fueron los reyes indiscutibles de la cadena trófica europea, se atrevían hasta con los osos.
Este poderoso depredador no temía a ningún animal. No hay criatura que causara una impresión tan honda a nuestros antepasados, que los inspirara tanto para dar rienda suelta a su creatividad, para convertirlo en el centro de manifestaciones artísticas y culturales fascinantes. Lo representaron en las paredes de sus cuevas, tallaron figuras de marfil con sus rasgos y llegaron a rendirle culto. Pero el león de las cavernas no solo tuvo un significado especial para el Homo sapiens, es muy posible que también lo tuviera para sus parientes, los neandertales.
Un equipo dirigido por el arqueólogo italiano Gabriele Russo, de la Universidad de Tubinga, ha descubierto que los neandertales, además de dar caza al enorme felino, usaban partes de su cuerpo como adorno. Los resultados de esta investigación, publicada en la revista Scientific Reports, señalan la existencia de un 'vínculo cultural' entre Homo sapiens y neandertales mucho mayor del que creíamos.
De hecho, cuando Russo examinó con detenimiento uno de los huesos hallados en la cueva del Unicornio, en Alemania, situados en un estrato de 200.000 años de antigüedad, le llamaron la atención unas inusuales marcas que indicaban que el león al que pertenecían había sido desollado con una piedra afilada y precisión profesional. Lo relevante es que, al parecer, se hizo de tal modo que las garras del depredador siguieran unidas a la piel. Asimismo, los trabajos no se realizaron al aire libre, sino en el interior de la cueva. Que el neandertal realizara la tarea en la intimidad de la caverna solo puede tener un motivo: el que lo hizo quería ganar respeto y poder valiéndose de los restos del animal.
¿Quiere eso decir que el culto al león de las cavernas empezó con los neandertales? ¿Ellos iniciaron algo que más tarde el Homo sapiens acabó desarrollando? Hay un buen número de obras de arte de la Edad de Piedra que le rinden tributo al aterrador felino. El grupo de leones de las cavernas que un humano moderno pintó con un tizón en una pared de la cueva francesa de Chauvet, hace unos 36.000 años, es una de las creaciones humanas más cautivadoras. Lo mismo puede decirse de algunos hallazgos realizados en el Jura de Suabia, en Alemania.
Además, a lo largo de las últimas décadas se han encontrado en esa zona de Alemania algunas figuras talladas en marfil. Entre ellas la que se conoce como El hombre león. Esta misteriosa criatura, elaborada hace 40.000 años a partir del colmillo derecho de un mamut, tiene la cabeza de un poderoso león de las cavernas y el cuerpo de un hombre con pene. Se trata de la representación de un ser sobrenatural para cuya creación fueron necesarios dos componentes: fantasía y cierta conciencia religiosa. Los expertos sospechan que la figura podría incluso representar a una deidad. El artista prehistórico que imaginó esta criatura fantástica empleó mucho tiempo en tallarla. Un arqueólogo experimental que reprodujo la obra hace algunos años necesitó 360 horas.
A diferencia de lo que su nombre lleva a pensar, el enorme felino ni vivía ni se adentraba en las cuevas buscando presas. El término es engañoso y responde al hecho de que sus restos se han encontrado en cavernas. Los ejemplares viejos o enfermos se arrastraban hasta su interior para morir. Además, su gran rival eran las hienas y, cuando estos carroñeros tenían la suerte de toparse con un león muerto, preferían llevarlo hasta una cueva para devorarlo tranquilamente.
Pero las hienas no eran las únicas que apreciaban la carne de los leones. Los científicos del equipo de Gabriele Russo consideran probado que los neandertales también les daban caza. Basan su afirmación en un descubrimiento realizado en la localidad alemana de Siegsdorf. Allí, en 1975, se hizo un hallazgo sensacional: el esqueleto prácticamente íntegro de un león de las cavernas. Los análisis a los que fue sometido dieron como resultado que había muerto hace unos 48.000 años. El arqueólogo Russo ha encontrado en las costillas de ese ejemplar daños que, en su opinión, solo dejan margen a una interpretación: el león fue presa de cazadores. Las lesiones muestran los «patrones típicos de fractura de una herida causada por un arma afilada».
Los neandertales rara vez superaban los 1,60 metros de altura, algunos de ellos habrían tenido que levantar la vista para poder mirar a los ojos a un león de las cavernas. Para matar a semejante felino hacía falta una estrategia. Russo se imagina lo que ocurrió de la siguiente manera: el león estaba dormitando, y los cazadores se acercaron por detrás. Es posible que el animal fuera viejo y no gozara ya de la velocidad de reacción de un ejemplar joven, lo que permitió que uno de los atacantes clavara con todas sus fuerzas una lanza de madera en el cuerpo del animal, práctica que los humanos prehistóricos también usaban para cazar a los osos de las cavernas durante su hibernación. Una vez muerto, la carne del león fue despiezada en el sitio y el cadáver se hundió rápidamente en el barro arcilloso de la charca, gracias a lo cual sus huesos se conservaron perfectamente durante milenios.
El león de las cavernas desapareció al final de la última glaciación, hace 14.000 años. Los científicos creen que el felino no pudo adaptarse al clima cambiante y a la transformación del paisaje. Puede que simplemente llegara un momento en el que no hubiera presas suficientes para los cazadores. De todos modos, hay indicios que señalan otra posible causa de extinción.
En el año 2016, un grupo de científicos españoles, tras estudiar unos huesos de león de las cavernas encontrados en la cueva cántabra de la Garma, planteó la tesis de que el Homo sapiens también pudo haber sido corresponsable de la desaparición del felino. Los restos analizados apuntaban a que los humanos de la época cazaron masivamente a los leones por su piel.
Sin embargo, tal y como se desprendía del estado de alguno de los dedos, era evidente que a los cazadores no les interesaba únicamente la piel, sino también las garras, como al neandertal de la cueva del Unicornio. Así que es probable que la fascinación que despertaba uno de los mamíferos más poderosos de todos los tiempos y el culto generado a su alrededor colaboraran en su triste final.