¿De dónde venimos los europeos? Los yamnayas tienen la respuesta Todos somos ucranianos
Viernes, 02 de Diciembre 2022
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Viajaban en caravana, con pesados carros tirados por bueyes que les servían, además, como viviendas móviles. Montados a caballo arreaban rebaños de ovejas y los ayudaban perros domesticados. Habían partido de las estepas al norte del mar Negro y del Caspio, en un territorio que hoy pertenece a Bulgaria, Rumanía, Moldavia, Rusia y Ucrania. Atravesaron bosques. Vadearon los poderosos ríos Dniéster y Dniéper. Y siguieron avanzando. Fisicamente, se parecían al hombre de la imagen de arriba, una reconstrucción del aspecto de los yamnayas.
Hacia el sur se expandieron por Anatolia y la India. Cruzaron los Balcanes en su camino hacia el oeste. Aquellos rudos viajeros prehistóricos que migraron en busca de pastos se alimentaban de cerdos, ovejas y animales del bosque y bebían leche de oveja y de yegua. Manejaban el cobre con el que punteaban sus armas para hacerlas más mortíferas. Y se enterraban en kurganes, tumbas con túmulos y cámaras funerarias de madera.
Eran los yamnayas, un pueblo pastor y guerrero, diestro en la doma de caballos. Su expansión en el tercer milenio antes de Cristo, en la Edad del Cobre, por Europa y Asia es la responsable de una firma genética común, porque los pastores yamnayas se mezclaron con las poblaciones locales y fueron los hablantes de un primigenio protoindoeuropeo, germen de muchas lenguas modernas; entre ellas, el castellano.
Esta idea sobre el origen estepario de los europeos ya la había barajado, en las décadas de los cincuenta y sesenta, la prehistoriadora lituana Marija Gimbutas. Otros estudiosos, sin embargo, habían situado el epicentro de los indoeuropeos en Anatolia, con los primeros grupos neolíticos (alrededor del 6500 a. C.) que se habrían expandido por Europa con la difusión de la ganadería y la agricultura. Las últimas investigaciones dan la razón a Gimbutas: las raíces indoeuropeas vienen de las estepas de Rusia y Ucrania.
Del protoindoeuropeo proceden cerca de 450 lenguas habladas ahora por 3000 millones de personas
El origen indoeuropeo se busca y se discute desde el siglo XIX. En 1816, el lingüista alemán Franz Bopp demostró que el sánscrito (lengua milenaria utilizada en textos litúrgicos en la India) y lenguas europeas, como el alemán, tenían un fondo lingüístico común. Esta conexión entre lenguas separadas por miles de kilómetros, mares o cordilleras está probada. Incluso estudios en el vocabulario han hallado conexiones en los vocablos que designan carros, lana y ganado. Términos muy ligados a los yamnayas. Un ejemplo: 'oveja' es avis en sánscrito y avís en lituano.
Las modernas técnicas de análisis aportan nueva información. Sabemos, por ejemplo, que si dos tercios de los europeos de la actualidad son tolerantes a la lactosa es gracias a los yamnayas, que tomaban leche. Lo ha concluido el arqueólogo biomolecular Shevan Wilkin, de la Universidad de Zúrich, al analizar proteínas de esmalte dental encontradas en enterramientos yamnayas.
Sabemos también que la teoría más acertada sobre el origen genético y lingüístico indoeuropeo viene de ellos. Con sus avances territoriales los yamnayas expandieron sus genes y su lengua, el protoindoeuropeo. Esa lengua primigenia se ha desgajado con el tiempo de tal manera que de ella provienen cerca de 450 lenguas habladas hoy en día por unos 3000 millones de personas, casi la mitad de la población de la Tierra. De ahí provienen el hindi, farsi, griego, latín, alemán, inglés o polaco, entre otras.
La misma raíz para 'rueda' y 'yugo'
Los estudios continúan mostrando curiosas coincidencias que avalan un antiquísimo nexo común. El antropólogo David W. Anthony, de la Universidad de Harvard, ha revelado, por ejemplo, que «todas las lenguas indoeuropeas descienden de una variedad del protoindoeuropeo que comparte la misma raíz para las palabras 'rueda', 'eje', 'tiro', 'yugo' y un verbo que significa 'ir en vehículo en vez de ir a pie'». De nuevo son términos muy propios de los yamnayas, para quienes los carros, caballos y animales domesticados fueron claves en su avance territorial.
Los yamnayas portaron también sus ídolos de piedra, su estructura patriarcal y sus asentamientos fortificados en posiciones elevadas, como los castros. Su capacidad guerrera, la movilidad que los hacía menos vulnerables a sus enemigos, y sus cambios sociales facilitaban su mezcla con otros pueblos. «Hubo una transformación cultural, un nuevo sistema administrativo, una nueva lengua y una nueva religión», según Marija Gimbutas.
Llegaron a la Península Ibérica en el año 2500 a. C. y dejaron una contundente huella genética
Llevaron también la desigualdad. Antes de ellos, en las tumbas de los agricultores del Neolítico no había distingos entre hombres y mujeres. En los enterramientos yamnayas, sin embargo, las de ellos tienen mucho más boato. «Las tumbas de los hombres –ha explicado Roberto Risch, profesor de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona– acaparan casi todo el armamento, los adornos y las muestras de riqueza, y la arqueología revela marcados signos de una sociedad jerárquica que rompió con el igualitarismo».
Avanzaron y fueron dejando hijos a su paso. Según Iosif Lazaridis, genetista de Harvard, «Alrededor del año 2500 a. C. tres cuartas partes de la población de Europa central fue reemplazada por población oriental procedente de las estepas».
¿Llegaron a la Península Ibérica? Sí, hacia 2500 a. C. Lo documentan hachas y restos de carros atribuidos a ellos. Pero cuando llegaron aquí, tras cientos de años surcando Europa, «su ascendencia era de alrededor del 50 por ciento yamnaya y otro 50 por ciento de poblaciones de Europa Central. Una vez entran en la Península, estos grupos se mezclan con los locales para dar lugar a la población de la Península Ibérica durante la Edad de Bronce, que tiene alrededor del 40 por ciento de ascendencia de estas poblaciones que llegaron de Centroeuropa», explica Íñigo Olalde, doctor en Paleogenética de la Universidad del País Vasco.
Aquí plantaron su semilla genética con contundencia. «En unos 200 años, los linajes del cromosoma 'Y' presentes en la Península Ibérica desaparecen casi totalmente y son sustituidos por el linaje de estos nuevos grupos», dice Olalde.
¿Mataron a los hombres y violaron a las mujeres? Eso explicaría la ausencia de rastro genético masculino ajeno a ellos, pero Íñigo Olalde no cree que fuera así. «La violencia pudo tener su rol, pero hay escenarios posibles que no implican el aniquilamiento de los hombres de la Península Ibérica. Una fuerte estratificación social, unida a organizaciones sociales altamente patrilineales, pudo dar lugar a que los clanes locales tuvieran menos éxito reproductivo y en unas generaciones los linajes locales paternos acabaran desapareciendo», cuenta.
«Todas las áreas geográficas que a finales de la Edad de Bronce y durante la Edad de Hierro hablaban lenguas indoeuropeas –desde el sur de Siberia, la India y casi toda Europa– tienen ascendencia yamnaya», dice Íñigo Olalde
Pero no hay duda de que dejaron su huella genética aquí. «Desplazaron a los hombres locales casi por completo», asevera el genetista estadounidense David Reich. Además, los yamnayas fueron determinantes también en la lengua. Hay pruebas realizadas con ADN antiguo que demuestran su ligazón con el protoindoeuropeo. «Todas las áreas geográficas que a finales de la Edad de Bronce y durante la Edad de Hierro hablaban lenguas indoeuropeas –desde el sur de Siberia, la India y casi toda Europa– tienen ascendencia yamnaya», dice Íñigo Olalde.
Pero también aquellos bravos pastores esteparios se mezclaron con posteriores inmigrantes de la Península Ibérica. El estudio capitaneado por Olalde documenta que, «a partir de la época romana, la ascendencia de la Península se transformó por el flujo genético del norte de África y del Mediterráneo oriental». De todos ellos venimos.
Un largo viaje de expansión y mestizaje
Los europeos actuales tienen ADN de varios grupos: de los primeros cazadores y recolectores llegados de África; de los agricultores y ganaderos neolíticos, que vinieron posteriormente desde Mesopotamia y Anatolia, y de los yamnayas.
Cazadores-recolectores
Los primeros moradores de Europa eran cazadores- recolectores procedentes de África y estaban organizados en grupos muy dispersos.
Agricultores y ganaderos neolíticos
En 4000 a. C. los campesinos y ganaderos neolíticos de Mesopotamia y Anatolia ya habían introducido el trigo, las ovejas y las vacas –y su propio ADN– en la mayor parte de Europa.
Los yamnayas
Con su habilidad en la doma de caballos y el uso del carro se hicieron predominantes e introdujeron una sociedad jerarquizada. A partir del año 3000 a. C se expandieron por Europa y Asia.
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