Viernes, 13 de Septiembre 2024, 11:39h
Tiempo de lectura: 2 min
Ella es sufragista y, sí, ese es su patinete. Corría el año 1916 y la activista inglesa Florence Priscilla, lady Norman, ya se desplazaba así por las calles de Londres. El patinete se consideraba en realidad un scooter, por el pequeño motor que llevaba, y se llamaba Autoped. Fue un regalo de cumpleaños de su esposo, sir Henry Norman. Florence lo usaba para acudir a su oficina en el centro de Londres, donde siguiendo los pasos de su madre reivindicaba el derecho al voto de la mujer.
No era la única que usaba patinetes, pero tampoco abundaban y, desde luego, su uso era muy excepcional en una mujer, una declaración de principios. Estos monopatines llevaban un motor de gasolina de 155 centímetros cúbicos y podían alcanzar los 25 kilómetros por hora. Era tan buen invento e iba tan rápido que lo usaban los gánsteres de Nueva York para escapar de la Policía.
Los patinetes, una tabla sobre ruedas con un mango largo en la parte delantera, propulsado por el pie, ya existían como juguetes para niños, pero el Autoped fue uno de los primeros motorizados. Y eran un lujo y un desafío. Las mujeres podían conducir vehículos, pero solo con el permiso de sus maridos (eso en España fue así hasta 1975).
Pero mayor desafío era lograr el sufragio femenino. Y se logró. En el Reino Unido ocurrió en 1918 (en España, las mujeres no votaron hasta 1933). Lady Norman también fue a la guerra. Como muchas sufragistas, al estallar la Primera Guerra Mundial, se trasladó a Francia para trabajar en un hospital. A su vuelta a Inglaterra trabajó en el Imperial War Museum, donde se dedicó a la visibilización de las mujeres en zonas de conflicto.
Memorias de una leyenda