Miércoles, 16 de Abril 2025, 14:32h
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Son necesarios, los hay abnegados, incluso competentes, y todo aquel que no sea un idiota, en la acepción que a la palabra daban los griegos, padres fundadores de casi todo lo que somos, lleva uno dentro. Y, sin embargo, una y otra vez sucede que pensamos en ellos como 'los otros': como unos seres venidos de quién sabe dónde a los que, para nuestro mal, y nunca para nuestro bien, están encomendados nuestros más sensibles asuntos. Nos empobrecen, señala un lector. No responden como el resto de sus pifias, aunque sean ominosas o catastróficas, se queja otro. Aforados, ineptos, enredadores, corruptos, culpables de la espiral de crispación donde se deshacen consensos y al cabo la república, en el sentido que al vocablo le daban los romanos, nuestros otros padres. ¿Y si resulta que nos representan?
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