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¿El fin de las ratas de laboratorio? Nueva legislación para fármacos La tecnología que permite prescindir de los experimentos con animales

Los animales llevan décadas –incluso siglos– sirviendo de banco de pruebas para cualquier medicamento. Pero la tecnología ofrece ya alternativas fiables a los ensayos con animales y una nueva ley en Estados Unidos autoriza por primera vez la comercialización de un fármaco sin haber sido testado en seres vivos. Chips y organoides son las nuevas ratas de laboratorio.

Judy Clarke

Más de cien millones de ratas de laboratorio se sacrifican cada año para la investigación científica solo en Estados Unidos, según un estudio de 2021. El abandono de los ensayos con animales es una prioridad para los investigadores desde hace tiempo. Hace dos años el Parlamento de la Unión Europea votó a favor de la eliminación progresiva de los ensayos con animales. Pero hasta ahora, esos ensayos siguen siendo obligatorios para que se apruebe oficialmente un medicamento. Ha sido ahora cuando se ha dado el primer paso para que ese requerimiento no sea condición 'sine qua non'.

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Ratas de corta vida. Las ratas de laboratorio se empezaron a usar de forma habitual en disertaciones y estudios médicos en 1903, aunque ya antes se habían lleva a cabo ensayos con ellas. Los ratones se consideran un modelo animal excelente porque son pequeños, manejables, fáciles de criar en cautividad y con un ciclo vital rápido.

La Ley de Modernización 2.0 de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, firmada por el presidente Joe Biden a finales de diciembre pone fin a la norma que desde 1938 implica que los medicamentos experimentales deben probarse en animales antes de ser utilizados en ensayos clínicos con humanos.

La nueva ley no prohíbe los ensayos con animales, pero permite a los fabricantes de fármacos demostrar su eficacia y seguridad mediante otros métodos, como los chips de microfluídicos y los modelos de tejidos en miniatura, que emplean células humanas para imitar determinadas funciones y estructuras orgánicas.

Lo que ha inclinado la balanza a favor de los ratones no son tanto las implicaciones éticas o los gastos y limitaciones derivados de su crianza (durante la pandemia el desarrollo de vacunas se vio amenazado por la falta de ratas) como el desarrollo de nuevas tecnologías celulares, según explica Wired.

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Esto es un hígado. Los órganos en chips son dispositivos fabricados a escalas micrométricas que tienen como objetivo replicar funciones de un órgano vivo en una estructura tridimensional. El primero creado en 2010 fue un modelo de pulmón. El dispositivo es capaz de replicar funciones básicas como el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono. Pero hay de hígado (en la foto, células de hígado cultivadas en fluido), piel, cerebro...

Una de esas tecnologías son los órganos microfluídicos en chips, unos dispositivos de polímero transparentes y flexibles del tamaño de una memoria de ordenador que contienen distintos tipos de células humanas e impulsan fluidos a través de minúsculos canales para imitar el flujo sanguíneo. El primer chip con células humanas vivas, un modelo de pulmón, fue descrito en 2010 por Donald Ingber y su equipo del Instituto Wyss de la Universidad de Harvard. El dispositivo miniaturizado era capaz de realizar funciones básicas del pulmón, como el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono. Los investigadores del Instituto Wyss y de otros centros han creado chips que simulan el hígado, el estómago y el intestino, el cerebro, la piel, etc., y los han utilizado para probar los efectos de fármacos y toxinas ambientales.

Luego están los organoides, pequeñas muestras tridimensionales de tejido cultivadas en el laboratorio. En 2008, el biólogo japonés Yoshiki Sasai demostró que, en las condiciones adecuadas, es posible transformar células madre en tejido neural en una placa. Aunque no son más grandes que un guisante, estos modelos tienen algunas de las características de los corazones y cerebros de tamaño natural y, como se cultivan en una placa de laboratorio, ofrecen a los científicos una visión detallada de cómo se forman y desarrollan los órganos. También se ha demostrado que pueden predecir la respuesta de los pacientes a determinados fármacos, como los de la fibrosis quística y la quimioterapia.

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Lección de microanatomía. Los organoides son una versión miniaturizada de un órgano. Se crean a partir de pequeñas muestras de tejido cultivadas in vitro. Alimentando las células con determinados nutrientes e instrucciones genéticas, los científicos pueden inducirlas a autoorganizarse en estructuras que se asemejan a los órganos.

Y luego están los modelos informáticos que utilizan inteligencia artificial y aprendizaje automático entrenados con datos humanos, que también podrían proporcionar alternativas rápidas y baratas a las pruebas con animales. Un estudio de 2018 de la Universidad de Oxford descubrió que una simulación informática que representaba células cardíacas humanas superaba a las pruebas con animales en la predicción de efectos adversos de los fármacos.

Hasta ahora, el Gobierno de Estados Unidos exigía que todos los medicamentos en investigación se probaran en animales antes de que pudieran avanzar a los ensayos en humanos. Pero la nueva ley permite a los desarrolladores de fármacos presentar datos de seguridad y eficacia procedentes de fuentes distintas a los animales.

Esto no significa que el cambio de ratas a chips vaya a ser instantáneo, pero los nuevos métodos de ensayo se utilizarán e incorporarán cada vez más en las solicitudes de nuevos fármacos. Sobre todo, porque los experimentos con ratas tampoco eran muy útiles en ciertos campos, sobre todo en los medicamentos dirigidos al cerebro, un sector que ahora está en especial desarrollo y marcado interés comercial, dado que cada vez vamos a vivir más tiempo. Y, al mismo, tiempo cada vez nuestra conciencia respecto a los derechos de los animales impide la experimentación con ellos para fines científicos.

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