Sabios ocultos
Opinión
31 Jul 2022. Actualizado a las 05:00 h.
No recuerdo dónde lo leí ni a quién atribuirlo, pero el relato venía a decir, más o menos, lo siguiente: se trataba de dilucidar quién había sido el mejor estratega de todos los tiempos. Los sabios allí reunidos discutieron si fue Alejandro Magno, Napoleón, Moshé Dayán y otros militares ilustres. Acabaron recurriendo al oráculo más fiable, que desveló que, sin duda alguna, el mejor estratega de todos los tiempos fue un viejo zapatero de Toulouse (si bien el bueno del señor jamás tuvo la oportunidad de demostrar sus cualidades).
De forma más modesta, pero igual de contundente, podríamos identificar a gente de un valor extraordinario en todos los campos que, sin embargo, nunca tuvieron la posibilidad de demostrar la grandeza de su valía.
He tenido la oportunidad de conocer a muchos primeros espadas en todos los ámbitos del saber, la ciencia, la política, el arte y el deporte, pero también he tenido la enorme suerte de contar con la amistad de muchos zapateros de Toulouse que por una serie de azares, circunstancias o eso que llaman el capital relacional (a veces, simple peloteo, tejemanejes, dinero o trepismo) no pudieron irradiar sus enormes capacidades y saberes más allá de un reducido campo de influencia, permaneciendo afablemente ocultos sin otro interés que el placer de cultivar su saber y/o su arte.
Lectores clandestinos con bibliotecas portentosas, naturalistas con herbarios universales, entomólogos con colecciones de insectos que no se hallarán en muchas universidades, pintores, escultores, escritores y músicos que solo exponen sus obras en bienales de amigos sin invitación oficial.
Lejos del márketing de las grandes editoriales, de las galerías vanguardistas, de cátedras endogámicas, ocultos a los focos de la fama, de los ránkings, de las redes sociales y de todo este entramado de intereses políticos y económicos que construyen y promocionan la cultura encumbrando a sus elegidos con medallas y distinciones.
Estos genios ocultos que solo muestran su grandeza frente a un vaso de vino y un puñado de amigos, esos que callan porque saben demasiado, esos que desprecian los halagos, insobornables a la fama y al reportaje dominical, esos zapateros de Toulouse son los auténticos transmisores de la cultura y el saber.
En Galicia son una minoría silenciosa que hace tiempo que despertaron do seu sono y viendo cómo estaba el cotarro decidieron volverse a dormir.
Zapateros de Ourense, de Barbanza, de Vigo, de Lugo, de Pontevedra, de la Costa da Morte... De lugares aislados donde cultivan su sabiduría y que, como contestó Diógenes a Alejandro Magno cuando este se acercó a su tonel para ofrecerle lo que quisiera a cambio de sus enseñanzas, le contestó: «Que te apartes, que me tapas el sol».
Napoleón, azar (Prigogine), capital social.