Ni sube ni baja
Opinión
07 May 2014. Actualizado a las 07:00 h.
La reducción del paro registrado y el aumento de la afiliación a la Seguridad Social son, sin duda, buenas noticias. Pero los procesos que hay detrás de estas cifras desmontan el discurso triunfalista, electoral, del Gobierno. Porque en realidad el aumento de la afiliación esta lleno de sombras, tanto en términos de cantidad como de calidad. En lo cuantitativo, porque en los últimos doce meses -en lo que el Gobierno ya califica como recuperación milagrosa de la actividad económica- el número de afiliados al régimen general, el de los asalariados, apenas creció en 133.000 personas: a este ritmo harían falta más de 22 años para volver al nivel de empleo que teníamos en el 2008.
En lo cualitativo, porque la distribución sectorial del aumento de la afiliación genera muchas dudas sobre la calidad de la recuperación, porque solo aumenta en ramas como la hostelería, el comercio, las actividades administrativas y los servicios auxiliares mientras que, en valores interanuales, se sigue destruyendo empleo en la industria. Y esa no puede ser la senda del crecimiento que este país necesita ni el modelo productivo de nuestro futuro: empleos de baja calidad en sectores de bajo valor añadido. Sin empleo industrial, sin servicios de alto valor, especializándonos cada vez más en actividades de servicios de turismo y de temporada, la economía española y el empleo tienen un mal futuro. Es cierto que en la situación dramática en la que estamos cualquier cosa nos parece buena, pero no podemos resignarnos a ser un país de camareros.
Problemas con la calidad del empleo que se manifiesta también en una insoportable precariedad laboral: en el mes de abril, la Seguridad Social registró 1.740.742 altas y 1.591.238 bajas, un desorbitado flujo de entrada y salida que, sumado, llega hasta 3.331.980 movimientos en un solo mes. En un solo día, el 1 de abril, se dieron de alta y de baja a más de 341.000 personas, lo que nos aproxima a la brutal rotación de los trabajadores en los puestos de trabajo.
Y con la reducción del paro pasa algo similar. Hay 304.800 personas inscritas menos que hace un año en las oficinas del servicio público de empleo, pero solo en parte se debe a que hayan encontrado un trabajo, porque en un porcentaje elevado la razón es que la gente deja de inscribirse en las listas, esto es, deja de buscar empleo a través de lo que antes era el Inem. Las cifras lo ponen de evidencia: en el último año el aumento del empleo apenas llegó a la tercera parte de lo que se redujo el paro. Algo que confirma la ultima EPA, cuando refleja que la población activa, los que tienen un empleo o lo buscan de forma activa, se ha reducido en 424.000 personas.
Así que, por ahora, hay poco de lo que alegrarse. El cambio de ciclo económico en el conjunto de la Unión Europea nos permite dejar de destruir empleo, pero aún falta mucho para que se empiece a crear empleo a un ritmo aceptable y sin que lo tengamos que pagar con un enorme precio de precariedad laboral.