La Voz de Galicia

Galicia a 12 años vista: una proyección a la baja en población, PIB y empleo

Mercados

Julio G. Sequeiros Tizón Catedrático de Estructura Económica de la Universidade da Coruña

La economía gallega ha experimentado una profunda transformación en los últimos veinte años. Si en 1980 aportaba al conjunto del Estado el 6,2 % del PIB, un 9,3 % de la masa laboral y un 7,4 % del censo total, estos tres indicadores han retrocedido hoy hasta el 5,2, 5,5 y el 5,8, respectivamente. Un descenso que se va a acentuar hasta el año 2030 por las dinámicas internacionales

15 Apr 2018. Actualizado a las 05:05 h.

La dinámica en el largo plazo de la economía gallega pone en evidencia la pérdida de posiciones de Galicia frente a España. A principios de la década de 1980, Galicia aportaba el 6,27 % del PIB español y el 9,37 % del empleo existente en España. En la actualidad, estos porcentajes representan el 5,23 % del PIB y un 5,58 % del empleo. Unas pérdidas muy significativas. Significativas sobre todo en términos demográficos. Veamos. En 1980, los 2,8 millones de gallegos representábamos el 7,48 % de los españoles y, en el 2017, los 2,7 millones que quedamos no llegamos a alcanzar el 5,80 %. Galicia pierde posiciones en España y lo hace de forma muy notable.

Sobre esta dinámica quisiera realizar algunas reflexiones. En primer lugar, señalar que arranca desde mucho antes de 1980. Es una dinámica secular que está anclada en el corazón mismo del sistema económico. Unos datos. A mediados del siglo XIX, concretamente en 1857 y 1860, Galicia aportaba el 11,49 % de la población española. En 1900, este porcentaje mermaba hasta el 10,54, se quedaba en el 9,39 en 1950 y bajaba hasta el 6,68 en el 2000. En la actualidad, los 2,7 millones de gallegos aportamos a la población española la mitad de nuestra aportación en 1850.

En lo que se refiere al PIB y al empleo, lamentablemente no tenemos información fidedigna con anterioridad a 1980, fecha en la cual el INE inicia la publicación de su contabilidad regional de España. A pesar de esto, me gustaría señalar que en 1962 -recién iniciado el proceso de crecimiento económico y de apertura al exterior de la economía española- en Galicia existían más de 9,5 millones de parcelas agrarias, reunidas en 430.000 explotaciones, que daban trabajo a más de 800.000 personas. Esta cifra representaba el 67,83 % de los empleos totales de Galicia. Unos datos de una magnitud extrema. Una agricultura de minifundio, policultivo y autoconsumo de subsistencia que, a mi entender, situaba a Galicia en su conjunto, y en aquellas décadas, fuera del mercado y fuera también del mapa de la economía española. Dicho de otra manera, el acceso masivo e indiscriminado del campesinado a la plena propiedad de la tierra a finales del XIX y principios del XX sacraliza una situación de pobreza extrema en la agricultura y, dada la enorme dimensión del sector, de atraso económico para Galicia en su conjunto.

En 1980, veinte años más tarde, en la agricultura quedaban todavía 500.000 empleos. La pérdida de empleos que se revela en el gráfico adjunto es consecuencia de la pérdida de empleos en la agricultura desde 1980 a la actualidad. En el 2017 trabajaban en el sector primario gallego 70.000 personas, con unos rendimientos y productividades muy semejantes a las del sector español. Hoy la agricultura y la pesca gallegas están absolutamente modernizadas y forman parte de una Galicia inserta ya totalmente en el contexto español e internacional.

Las situaciones de subdesarrollo económico tienen todas algunos elementos en común y, al mismo tiempo, particularidades específicas de cada región o país. En el caso de Galicia, nuestra singularidad radica en un crecimiento económico muy retardado y tardío frente a otras regiones de España, atraso provocado por una agricultura de dimensiones muy considerables y que ha sido muy lento modernizar e integrar en el mercado. Vamos a dejar para otro momento dos preguntas importantes. La primera, ¿Cómo se ha podido implantar en Galicia un minifundio tan espeso y tan resistente al mercado durante casi un siglo? La segunda, ¿Cuáles han sido los mecanismos que nos han permitido pasar de una agricultura con explotaciones autárquicas a otra de producción para el mercado?

En definitiva, la pérdida de peso específico de la economía gallega en la española viene de antiguo y tiene sus propias características, casi todas ellas, de orden interno a la propia estructura económica y social de Galicia. Otra cuestión es saber si esta pérdida de importancia en la economía española tiene un límite. Un punto en el que la participación de Galicia en España se estabilice y permanezca más o menos constante durante un período de tiempo.

Tomando como horizonte el año 2030 -un período de quince años, etapa en el que las proyecciones son bastante certeras- podemos decir que, de mantenerse las tendencias actuales, la aportación de Galicia al PIB español continuará bajando hasta ubicarse en el entorno del 5 %, perdiendo unas cinco décimas sobre la situación actual. Y la población hará lo mismo. Hacia el 2030, la población gallega será sobre el 5 % ciento de la española, perdiendo un punto sobre la situación actual. Esto significaría que la población gallega en el 2030 no llegaría a alcanzar los 2,5 millones de habitantes en una España con 46,5 millones de personas. Y las tendencias actuales se van a mantener: vienen haciéndolo desde que en España se consolida y generaliza una economía de mercado.

Y estas previsiones son bastante sólidas: la propia evolución demográfica se encargará de hacer bueno el resultado. En efecto, con unas 35.000 defunciones y con unos 15.000 nacimientos anuales hasta el 2030, en los próximos años Galicia perderá sobre 300.000 habitantes, pasando de una población total de 2,7 millones a situarse por debajo de 2,5 millones. Todo esto suponiendo que los movimientos migratorios sean neutrales, lo cual no es exagerado. Galicia nunca fue terreno de inmigrantes. Un buen ejemplo: entre 1994 y el 2008 España recibió unos 6,3 millones de trabajadores extranjeros, de los cuales solo una mínima parte recaló entre nosotros. Por el contrario, la emigración, de volver a manifestarse, acentuará la tendencia a la pérdida demográfica.

 

tendencia global

En síntesis, esta pérdida de relevancia de la economía gallega en la española (y en el contexto europeo e internacional) podría estabilizarse ligeramente por debajo del 5 %, tanto del PIB como del empleo o de la población españolas. Y es una visión optimista. El porcentaje podría llegar a ser todavía más bajo. Lo frustrante de esta situación es saber que Galicia está sometida a una tendencia global que afecta a todos los espacios económicos, tendencia en la cual los rendimientos crecientes, las economías de escala y la concurrencia imperfecta beneficia a unas pocas regiones y perjudica a la mayoría. Y esta dinámica económica es como la ley de la gravedad, cada una forma parte intrínseca de su sistema respectivo y, además, las dos son innegociables.

Una confidencia personal. Gran parte de la pintura del ferrolano F. Álvarez de Sotomayor recoge la vida cotidiana del campesinado gallego de las décadas de 1920 a 1960. Pues bien, soy incapaz de contemplar algunos de sus cuadros sin una sensación insoportable de melancolía y desasosiego.

 


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