La Voz de Galicia

«Me ofrezco a limpiar sepulturas, es un trabajo y una forma de rescatar historia»

Monforte de Lemos

Carlos Cortés Monforte / La Voz
Sergio Martínez, junto al escudo de una vieja casa solariega gallega en ruinas

Nacido hace 34 años en la emigración y con raíces en Monforte y O Saviñao, Sergio Martínez es graduado en ciencias políticas y quiere hacer del cuidado de tumbas un modo de vida

28 Feb 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Sergio Martínez Cotos es graduado en ciencias políticas, pero también historiador aficionado. Le encanta repasar archivos para encontrar los orígenes de monumentos desaparecidos e investigar genealogías antiguas, incluida la suya. De 34 años y nacido y residente en Barcelona, pero con raíces familiares en Monforte y O Saviñao, esa tendencia suya a averiguar cosas sobre el pasado de su familia lo llevó hace no mucho a retirar la capa de suciedad y vegetación que había ido enterrando poco a poco la sepultura de su tatarabuela en un cementerio de O Saviñao. Al ver el resultado tuvo la idea de ofrecerse a limpiar tumbas antiguas y cobrar por ello. Si le sale bien, hará de eso una ocupación estable y se mudará a Galicia.

«Me ofrezco a limpiar sepulturas —explica—, es un trabajo y también una forma de rescatar trozos de la historia local». Trozos de historia como la de su familia, una de cuyas ramas él sospechaba que podía estar emparentada con los fundadores de una familia hidalga de la parroquia de Mourelos, la de la conocida como Casa de Torno. Y efectivamente, así era. En el proceso de investigar esa parte del pasado de su familia, volvió una vez más al cementerio de la parroquia de Louredo, también en O Saviñao, donde está enterrada su tatarabuela, Manuela Somoza Gómez, fallecida en 1945. Y reparó en que la lápida que la cubría estaba cada vez más negra.

Sergio Martínez conocía esa sepultura desde sus vacaciones en la tierra de sus padres cuando era adolescente y se dio cuenta de que la veía cada vez más oscurecida por el tiempo. Sabía como se hacía, porque seguía desde hacía tiempo en las redes sociales a personas que en Estados Unidos se dedican profesionalmente a limpiar sepulturas. Tenía nociones del método a emplear y sabía que era económicamente asequible, así que un día se decidió. Le llevó solo dos mañanas. El resultado lo publicó en diferentes grupos de Facebook de las comarcas de Monforte y Chantada.

Junto con las fotos del antes y el después de la tumba de su tatarabuela, Sergio Martínez se pregunta en su mensaje «si hay alguien que tenga interés en recuperar la sepultura de algún familiar o antepasado suyo a cambio de una aportación económica». Si fuese así, añadía, «aparte de disfrutar de esta nueva afición tan extendida en países anglosajones, podré sufragar gastos y pasar más tiempo ‘na terriña», donde se dedica a «investigar, escribir y publicar trabajos sobre las casas y familias de la zona y su historia».

«Con las tumbas en las que ya ni se leen los nombres porque nadie las cuida sucede como con las ruinas de las casas, que no es lo mismo saber que existían que verlas en pie», argumenta Sergio Martínez. Llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de dedicarse de forma más o menos profesional a la limpieza de sepulturas, pero no sabía bien cómo plantearlo. «Está claro que de primeras suena raro», reconoce. Las fotos del antes y el después de la lápida de su tatarabuela le dieron la excusa perfecta.

El precio y el mármol

En cuanto a la tarifa que pide por hacer este trabajo, depende fundamentalmente del tiempo que requiera. Los productos que tiene que comprar cuestan entre 30 y 35 euros y a eso hay que añadirle las horas que suponga cada encargo.

La sepultura de su tatarabuela le llevó unas cuantas horas repartidas en dos mañanas. Otras pueden ser más complicadas. «Una lápida de mármol normal se puede hacer en quizás cuatro horas, pero si el mármol está cuidado es más fácil porque es menos poroso», explica.

También influye la colocación del sepulcro, porque con una inclinación apropiada se acumula menos líquido y el deterioro es menor.

Lo más complicado es lidiar con lo que él llama musgo negro. «Es el más complicado, porque con ese musgo no basta aplicar el producto, sino que hay que frotarlo hasta que se vaya», dice.

Así se limpia correctamente un sepulcro

Cuidado con el mármol. Sergio Martínez explica que hay que emplear productos específicos para evitar dañar el mármol. Esos productos no pueden ser corrosivos, pero tienen que ser capaces de eliminar toda la mugre y la vegetación que se van acumulando con el tiempo.

Aplicar una y otra vez. El trabajo hay que hacerlo con cepillos, y se completa a base de aplicar, dejar que haga efecto, limpiar y dejar secar. Y después empezar de nuevo las veces que sea necesario.

 


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