La Voz de Galicia

El angustioso «paseo» de Germán López

Lemos

Karla Vázquez monforte

Un sindicalista de Escairón salió con vida de dos intentos de fusilamiento en la Guerra Civil Los avatares que pasó figuran en un diario transcrito por uno de sus hijos

14 Aug 2004. Actualizado a las 07:00 h.

es una historia inédita que relata el fusilamiento sufrido por Germán López González, a sus 37 años, al comenzar los espantosos días de la tragedia civil de 1936 al 39. Este relato es algo increíble y a la vez terrible como para horrorizar y parecer ficción. «Todos los hombres por pequeños que sean tienen su historia. Yo contaré la mía a grandes rasgos a partir de 1931; aunque no estoy capacitado, el que me lea sabrá comprenderme», relata en un documento, Germán López, nacido en Moreda de Vilaoscura(Sober), en 1899, y perteneciente a una familia humilde: la casa Picante. Germán López, cuando era joven, tuvo que emigrar a América pero pronto regresó y se asentó en Escairón, donde formó una familia con Josefa Quiroga. En 1931 se afilió a la UGT para luchar por no trabajar de sol a sol y que se estableciera la jornada de ocho horas. Esto le causó problemas. «Así pasé el tiempo que duró la República, mal económicamente. El alzamiento se había declarado aquí, el 29 de julio de 1936. A la sazón ya estábamos adictos al Partido Socialista. Se formó el comité, del cual yo no formé parte. He cumplido fiel y honradamente las consignas que me daban, pero aquí, al saber que la Guardia Civil se había unido a los sublevados, cada uno cogió las de Villadiego, como pudo y no hubo quien se pusiera al frente de los pocos que quedábamos». Cuando el pánico ya se había apoderado de toda la vecindad, Germán López, aún tuvo fuerzas para gritar a la Guardia Civil ¡Viva la República!. Pero para no correr riesgos ni él ni su familia, decidió marcharse a Santiago, presentándose en casa de José Zúñega. A su llegada le recibió el hermano de éste que al día siguiente partía hacia Guadarrama a formar parte del ejército rebelde. Rechazó la oferta de acompañarle y José Zúñega lo mandó a una fonda para no buscarse problemas. Al día siguiente Germán fue detenido por la Guardia Civil. Pueden rezar La descripción de Germán sobre otras fases de este increíble suceso, que desemboca en el temido paseo, en coche y de noche por las afueras de Compostela, es espeluznante: «Un remangado abrió la puerta y nos dijo: pueden bajar y hacer alguna oración, si quieren, que los vamos a fusilar». En ese momento llegó la hora del fusilamiento sonando la primera descarga: «Yo al saltar a la cuneta caí coincidiendo con el disparo. Me cubro con el coche y me encuentro con una cerca. Retrocedí pegado a la cerca hacia atrás y, según iba corriendo volví a caerme cuando sonó el segundo disparo. Quizás, como coincidieron las caídas con los disparos, creyeron que me mataran». Para Germán en aquel momento comenzaba el camino de su vuelta a casa. En su regreso a Escairón cruzó el Ulla (a pie), pero cerca de A Estrada, fue parado por indocumentado y conducido al cuartel. De este segundo paseo (los fusilamientos en esta época eran denominados de esta forma) también logró fugarse, aunque esta vez resultó herido de bala: «en mi pierna había cuatro perforaciones y las cuatro se conoce que echaban sangre por las entradas y salidas». Como estaba malherido decidió pedir ayuda en varias fondas, pero la gente por miendo a tener problemas no lo quiso ayudar: «hubo un momento en que pensé: ¡qué felices fueron los que se dejaron matar! pues al final, después de pasar tantos trabajos me va a esperar la misma suerte». Pero afortunadamente, en el camino se encontró con un charco de barro, metió la pierna y logró parar la hemorragia. Dado por muerto A pesar del grave y serio problema, Germán pudo llegar a tierras de O Saviñao, donde la noticia sobre su muerte ya se había difundido por todas partes. Durante la contienda se refugió en varios lugares de la comarca: Vilasante, Diomondi, Tor, además de su propia casa. En este período la casa de Germán fue sometida a numerosos registros, puesto que el hijo de un Guardia Civil comentó que lo había visto. Su mujer tuvo que encubrirlo.


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