La Voz de Galicia

Ignacio Iglesias Villanueva: cuando el éxito va por dentro

Deportes

Pablo Gómez Cundíns La Voz

Ha sido el árbitro gallego por antonomasia durante la última década y ahora estará en el VAR

08 Jul 2019. Actualizado a las 05:00 h.

Adiós al hombre modesto. Aunque, para ser precisos, apenas es un punto y seguido. Ignacio Iglesias Villanueva (Pontedeume, 1975) no se va. Tan solo cambia de actividad y pasa del césped al vídeo. Como él mismo dice, nunca dejará de ser árbitro. Es más, deja el poso de haber sido el colegiado gallego por antonomasia en los últimos nueve años. Y, como dicen sus allegados, sin haber cambiado un ápice el trato con el prójimo.

Concienzudo, perfeccionista y sosegado hasta en lo cotidiano, Iglesias Villanueva, ferviente defensor de la tecnología aplicada al arbitraje futbolístico, se traslada al análisis de vídeo después de 418 partidos desde su debut en 1995 en Segunda División B (176 en Primera). Lo heroico de las cifras viene determinado por la grave lesión que sufrió con tan solo veinte años: rotura del tendón de Aquiles.

Tras ese ejemplo de superación, tomó el relevo de Bernardino González Vázquez en la élite. «Ignacio es una persona maravillosa y muy comprometida con el colectivo arbitral gallego», asegura el presidente del Comité Técnico Gallego. Se conocen hace más de dos décadas. Recuerda cómo siempre tuvo la preocupación de ampliar sus conocimientos técnicos. «Además, empatiza muy bien con los demás, y eso es muy importante», elogia González Vázquez.

Al propio Bernardino le dio la alternativa Evaristo Puentes Leira, que considera a Ignacio Iglesias de «un hermano», del mismo modo que Villanueva lo ve como «su escuela». También se conocen hace casi un cuarto de siglo. «Siempre tenemos por orgullo haber mantenido el mismo comportamiento que cuando estábamos en Tercera División», relata el excolegiado de As Pontes.

Conectaron desde el momento en que se conocieron en el colegio de árbitros y su lema era «disfrutar el momento». Ignacio Iglesias siempre sostuvo que le gusta el fútbol y le gusta el fútbol de Primera. «Estaría hasta de recogepelotas», llego a decir.

Iglesias Villanueva era el cuarto árbitro de un Valladolid-Extremadura que pitaba Puentes Leira. Así relata aquel episodio Evaristo: «Después supe que sufrí vértigo, pero en ese momento se me movía todo. Aguanté apenas un cuarto de hora y me desvanecí en pleno partido. Ni bien me habían situado en la camilla, ya estaba Ignacio preparado para arbitrar... Siempre le digo en broma: ‘Esta, te la guardo’».

Puentes Leira pronto apreció el potencial del joven Ignacio, de modo que le brindó todo su respaldo. «Trabajábamos en todo lo que creíamos que teníamos más déficit», explica. «Su punto fuerte era la manera de ver el juego. En cuanto a la mentalidad y autoridad, como es tan buena persona, hubo que trabajarlo un poco más», detalla.

«Lo que ha alcanzado es tremendamente difícil y debe estar orgulloso de ello, porque, además, lo logró a base de trabajo y dedicación», analiza antes de invitar a la reflexión: «Claro que da pena, porque ha sido nuestra vida, pero al final te paras a pensar y yo ya llevo más tiempo en mi labor actual que sobre el césped de Primera División». «Las experiencias no te las quita nadie. El arbitraje es apasionante y tuvimos la suerte de disfrutarlo muchos años y muy intensamente», concluye.

En ese momento, vienen a la mente las palabras del propio Ignacio: «Esto no es el fútbol de antes, sino otro».

Pero Iglesias Villanueva sigue siendo el de siempre. «Nunca me creí un crac», resume.

De dirigir partidos junto a su hermano, a obras de teatro aficionado

Ignacio nunca caminó solo. Es árbitro porque su padre le apuntó a un curso y él no quiso defraudarle. Y, desde el momento en que él y su hermano Javier (de 36 años) pitaron juntos aquel partido de juveniles en el ferrolano campo de tierra de Aneiros (que, por cierto, acabó en pelea entre jugadores), los Iglesias Villanueva formaron uno de los equipos más sólidos del fútbol español. Juntos también dirigieron en el Camp Nou y en el Bernabéu.

«Siempre estuve encantado de coincidir con él. Me costaba más verlo desde fuera, sufría más. Desde dentro podía ayudarle», explica Javier Iglesias Villanueva, que añade: «Nos llevamos muy bien y vemos las cosas de un modo similar. Siempre me apoyó. Me cuidaba y me exigía al mismo tiempo...».

Cree que Ignacio era más riguroso en el señalamiento de tarjetas, «pero tenía un gran control de los partidos porque sabía llevar a los jugadores». «No es fácil transmitir que un error no se comete para perjudicar a nadie y que al que más molesta es al árbitro. Y él lo conseguía», matiza.

«Tengo muy buen recuerdo de mi primer partido profesional con él, como cuarto árbitro, en Las Palmas en Segunda», recuerda. Javier e Ignacio tienen un hermano mayor, Aurelio, de 49 años, sin vinculación con el arbitraje. «Los trastes eran ellos», bromea Javier.

Las inquietudes de Ignacio Iglesias siempre fueron más allá del propio arbitraje, aunque esta actividad acabase siendo troncal en su vida. Eumés de adopción, estudió en A Coruña Magisterio en la especialidad de Educación Física, y era profesor en un colegio de Santa Comba cuando le comunicaron su ascenso a Segunda División.

De ahí su fuerte compromiso con el fútbol como herramienta educativa para los más pequeños. «Los niños juegan a ser futbolistas en lugar de jugar al fútbol», llegó a decir.

Las artes escénicas son otra de sus grandes pasiones. Iglesias Villanueva no solo es aficionado al teatro, sino que ha sido alumno y profesor, y ha escrito obras para niños, como O baile dos mobles, además de haber hecho alguna incursión en el teatro de títeres «Se me da bien escribir», confesó en su momento. Quico Cadaval y Cándido Pazó son sus referentes en este ámbito.

Su hermano Javier elogia esta faceta de Ignacio. «Me gusta ir con él a las charlas, porque crea un clima de atención que deja absortos a niños y adultos. Es muy gratificante. En lo que puedo, intento copiarle», confiesa.

Para dar fe de ello, solo hay que acudir a YouTube y al vídeo de su charla TEDx del 2013 titulada «¿Y si nos conocemos?», que lleva casi 50.000 reproducciones y en la que reflexiona sobre el fútbol profesional, el arbitraje y el deporte de alto nivel. Ignacio arranca con un retranqueiro «gracias por los aplausos. No estoy acostumbrado. Soy árbitro», para soltar después: «Esto es lo que escuchamos [abucheos y silbidos]. No es el mejor ambiente para el trabajo».

[[@youtube::https://youtu.be/OTfaVGE7oXY]]

Con todo, presume de saber controlar sus emociones. «En el momento en que piensas que eres un artista, te llega un hachazo de cualquier lado», zanja.

Zulema González: «Siempre está dispuesto a ayudar, seas de la categoría que seas»

El don de gentes que posee Ignacio Iglesias Villanueva se conjuga con su entrega al arbitraje. Así lo traslada a las nuevas generaciones, al futuro del arbitraje gallego. Y así lo perciben, tal como cuenta Zulema González, la única árbitra internacional gallega. «Es una persona supercercana. Es fácil tener buen trato con él», explica la ourensana, por la que pasa el futuro del arbitraje de élite gallego.

«Siempre escuchaba hablar de él, desde mis inicios, y lo veía como una eminencia del arbitraje. Más adelante, coincidí con Ignacio en una de las bienales que celebramos en el arbitraje gallego y ahí me demostró ser una persona muy cercana, siempre dispuesto a ayudar e interesado por cada uno de los árbitros que estábamos allí, fuésemos de la categoría que fuésemos», recuerda Zulema González.

Talento y trabajo

Han pasado casi diez años desde aquel episodio y la colegiada internacional describe a Ignacio Iglesias como «un árbitro muy completo, muy trabajador y muy serio». «Cuando se suele decir si un árbitro nace o se hace, en su caso se puede decir que ambas son ciertas», analiza. «Además, sigue siendo el mismo que cuando empezó», insiste.

«De los árbitros de Primera División era de los que más me gustaban, porque también era un ejemplo de resiliencia. Era capaz de sobreponerse a todas las adversidades para mantener un alto nivel de arbitraje», asegura la árbitra ourensana.


Comentar