Las del estanco animan a los buseros
A Coruña
Una pancarta reconoce la labor de los buseros en la calle San Andrés
28 Mar 2020. Actualizado a las 05:00 h.
Detrás de la pancarta hay mucha historia, incluso una historia de amor. Francisco Graña, propietario del estanco del número 142 de la calle San Andrés, y las dos trabajadoras, decidieron pegar en el escaparate un mensaje de ánimo dirigido a los conductores de la Compañía de Tranvías. Hay que tener en cuenta que por esta rúa pasan muchos buses rojos y que unos y otros trabajan de cara al público estos días. Los profesionales del volante, para llevar a la gente a sus respectivas ocupaciones, y los del estanco, para despachar los paquetes, que últimamente son cartones. Por delante de los negocios de San Andrés llevan años pasando autobuses, pero nunca antes hubo un mensaje similar. «¡¡Mucho ánimo, buseros. Gracias!!» reza la pancarta, que incluye el dibujo de un autobús. Una idea tan sencilla como entrañable.
Amor en la línea 4
En el estanco, que lleva décadas despachando cigarros, trabajan Lucía y Paula. «Mi marido es busero y me da mucha pena por lo que está pasando y por lo superexpuesto que está debido a su trabajo», confiesa Lucía. Dice que fue su hija Alba a la que se le ocurrió la idea. «Me dijo que sería bueno tributar un homenaje a este colectivo, que también tiene mucho mérito, como los policías u otros profesionales», destaca. Dicho y hecho. Diseñaron la pancarta y la llevaron al exterior del negocio. ¿Saben qué conductor fue el primero en verla? Acertaron. Abel, piloto en la mítica línea 4, esa que cruza la ciudad desde el barrio de las Flores a Monte Alto. Y sí, Abel es el marido de Lucía y un profesional muy querido por todos. Su mujer lleva un año trabajando en el citado estanco con lo que, en los últimos 12 meses, varias veces al día, pasa con su bus por delante del negocio de ella. Seguro que más de una vez se saludaron. Pero nunca como ahora. «Él fue el primero en verla y le gustó, y desde entonces los que circulan por aquí, que son muchos, hacen sonar la bocina y nos saludan», comenta Lucía con satisfacción. «Todo va a salir bien», afirman los del estanco que saludan a los buseros.
El niño médico
2«La gente del Chuac es mágica. Todos estamos en casa y ellos trabajan para curar». Frases como esta se escuchan estos días en una casa de la travesía de Meicende, en el concello de Arteixo. El autor de tan maravillosa afirmación es un chaval de 10 años al que le gusta estar informado de todo lo que sucede. Y en esta época que nos toca vivir están pasando muchas cosas. Nuestro protagonista se llama Cristian Conde Fariña y es un fenómeno. A las ocho de la tarde, para aplaudir a los profesionales sanitarios, se viste de la manera que les muestro. El niño se transforma en médico. Su madre, Elena, me cuenta el razonamiento de su hijo. «Dice que si se pone el traje en nuestra casa, aquí no entra el virus», asegura la progenitora. Cristian es alumno del colegio San Xosé Obreiro y es muy imaginativo. «Con él nunca te aburres. Siempre está haciendo de las suyas. Canta, baila o se disfraza. Es increíble. Le gusta escuchar y estar atento a todo», comenta la madre. Tiene 10 años y se viste de sanitario, pero por ahora es muy joven como para trabajar en el Chuac. De todas formas, a su temprana edad ya sabe lo que es dedicar tiempo a los demás. «Nosotros participamos en todas las actividades solidarias que podemos y lo solemos llevar con nosotros y colabora a su manera. Como te decía, con Cristian nunca te aburres», resume Elena. Ahí lo tienen, vestido con el traje que llevan los superhéroes de los hospitales y con el maletín de primeros auxilios. Son estas pequeñas y preciosas historias que nos traen estos días tan diferentes que nos toca vivir. Ojalá dentro de poco Cristian pueda volver al colegio y, dentro de unos años, estudie Medicina como sus héroes.