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Premios XLSemanal Autora de la obra que se entregará en la ceremonia Blanca Muñoz, la escultora que teje el mañana

La artista Blanca Muñoz ha realizado la obra que se entregará a los ganadores de los Premios XLSemanal, Juan Luis Arsuaga, Alicia Koplowitz, Josep Maria Esquirol y Alejandro Amenábar.

Por María De la Peña Fernández-Nespral | Fotografía: Carlos Carrión

Blanca Muñoz (Madrid, 1963) nos abre las puertas de su luminoso estudio del barrio de Vallecas, en Madrid, para mostrar la cuidadísima pieza en soporte de gomaespuma o foam y varillas de acero inoxidable que ha concebido en exclusiva para los Premios XLSemanal. Es una de las grandes escultoras de nuestro país y su trayectoria no ha hecho más que crecer desde que con 26 años empezara a crear sus primeros grabados, trabajo por el que mereció el Premio Nacional de Grabado en 1999. Tras formarse en Roma, México y Londres, regresó a España para consolidar su carrera como escultora. Su obra está presente en museos como el Reina Sofía, las fundaciones Juan March y la Masaveu, y en colecciones particulares de todo el mundo.

Ella misma se sigue identificando con esos maestros de la infancia: Rubens, el Greco o Zurbarán

Académica de Bellas Artes, el año pasado culminó el encargo público de realizar cuatro esculturas para la nueva plaza de España de Madrid, uno de los espacios más emblemáticos de la capital. Su particular proceso creativo está inspirado en la naturaleza, y de ahí las inconfundibles formas orgánicas de sus esculturas. La silueta de gomaespuma de la base de nuestra obra fue recortada con láser en el taller de su marmolista, pues «requiere una delicada elaboración»; y como novedad, por primera vez, decidió atravesar el soporte para crear unas pequeñas ranuras que dejan pasar la luz, otro de los elementos fundamentales de su obra.

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Obra capital. En la recién rehabilitada plaza de España de Madrid se pueden ver tres monumentales piezas de Muñoz y una bella fuente de mármol, «en cierto modo relacionada» con la pieza única que ha hecho para nuestros premios.

Esas finas varillas de acero inoxidable son las protagonistas de la pieza. Empezó a usarlas cuando vivía en Londres «sin estudio y sin dinero» y casi obligada a los formatos más reducidos, pequeñas esculturas que colgaba en las esquinas más insospechadas. Descubrió el potencial del hilo de acero y se hizo con el de la máxima calidad, procedente de Japón.

Aún conserva parte de esa primera bobina, aunque por suerte ya se distribuye en Alemania, y hasta puede elegir la cantidad de níquel y cromo presente en este metal fundido. Todavía hoy, el acero inoxidable es el material de cabecera de la artista, «con el que me siento más cómoda».

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«Según voy interviniendo el foam, corto la varilla con un alicate; pincho por un lado y atravieso por el otro, y se acaba con un bucle al final y al principio. Puede asemejarse a un cosido», explica la artista. Un cosido que teje los hilos de las cuatro disciplinas que se premian porque «todas están relacionadas en lo básico. Todos queremos tener afinidad con lo más humano de nuestro ser y proporcionar humanidad a todo lo que nos rodea», afirma Muñoz.

Con su obra entregada a los premiados, la escultora desea «compartir lo más auténtico». Por un lado, la luz, «lo que nos conecta, el sol que nos da vida» y, por otro lado, las formas fluidas de sus varillas, que simbolizan el movimiento orgánico en el que estamos inmersos, el de las relaciones humanas, el pensamiento. «En la naturaleza no existen las líneas rectas, eso es una invención del hombre para intentar acoplarse a ella», apostilla.

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Coser lo humano. Los Premios XLSemanal en las categorías de Ciencia e Innovación, Valores, Pensamiento y Creación –y reconocidos con la escultura de Muñoz– se entregarán el 15 de junio en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.

Las curvas limpias, pero con la rigidez necesaria que les proporciona el acero inoxidable, son su manera de «dibujar en el espacio de forma fluida», un proceso tremendamente exigente para lograr dar volumen a algo plano. Muñoz defiende la «disciplina técnica». «Soy muy maniática y exigente –dice–; me parece fundamental».

También reivindica su oficio, el del escultor clásico. «Trabajar en el taller con tus propias manos prácticamente no lo hace ningún artista», recalca. No menosprecia apoyarse en las nuevas tecnologías, y le interesa utilizarlas «tanto como la imperfección del trabajo manual», pero Muñoz defiende la labor más artesanal del artista, la de la ejecución ‘cabeza-mano’. Y agradece que se le esté concediendo más espacio a la escultura, pese al poco respeto que se tiene por las piezas públicas: «Mis esculturas de la plaza de España se han convertido en columpios».

Las curvas limpias, pero con la rigidez necesaria que les proporciona el acero inoxidable, son su manera de 'dibujar en el espacio de forma fluida'

Alejada de modas, su estudio refleja la pasión por su trabajo, una vocación que nació en su casa viendo los cuadros que copiaba su madre en el Museo del Prado, su pinacoteca vecina cuando era niña. Ella misma se sigue identificando con esos maestros de la infancia: Rubens, el Greco o Zurbarán.