Con la primavera llegan los modernos 'tramperos' a la provincia de Kaluga, en la Rusia Profunda. No se internan en los bosques donde habita la marta cibelina, sino que recorren la estepa convertida en un barrizal por el deshielo. Van de pueblo en pueblo por los mismos caminos enlodados que trabaron las patas de los caballos tártaros y las botas de los soldados de Napoleón. Son buscadores de oro. Trenzas de oro luminoso y suave como trigo candeal. Traficantes de pelo. Mercaderes ambulantes que compran cabelleras al peso en los últimos yacimientos de rubio natural del mundo: las remotas aldeas atrincheradas entre los montes Urales y los afluentes del Volga, en Siberia, Ucrania y Uzbequistán; contrabandistas capilares en Bielorrusia, país donde este comercio ya ha sido prohibido.