150 años de «La bahía de Vigo»

La primera quincena de septiembre de 1869 se publicaba en Francia el volumen XII del Magasin d’Éducation et de Récréation (Revista de Educación y Recreación). Y en ella aparecía un esperado capítulo de 20.000 leguas de viaje submarino, el octavo de la segunda parte de la obra, titulado La bahía de Vigo. Se trata de uno de los pasajes cruciales de la obra, donde el capitán Nemo desvela su ideario político ante los retratos de grandes libertadores que presiden el salón del submarino Nautilus. Mientras tanto, sus huéspedes -el arponero Ned Land, el profesor Aronnax y su asistente, Conseil- trazan un plan para fugarse. Pero, sobre todo, conocemos la auténtica caja de caudales de Nemo, el lugar donde obtiene el dinero para financiar sus expediciones: la ría de Vigo y los tesoros de los galeones de Rande.

Se cumplen por tanto ahora mismo 150 años de la publicación de La bahía de Vigo, el capítulo clave de una de las novelas más traducidas de Jules Verne. Y que puso a la ría viguesa en el mapa literario mundial como solo lo había hecho, setecientos años antes, Martín Códax con sus Ondas do mar de Vigo.

Le Magasin d’Éducation et de Récréation ya era una revista de éxito, seis años después de ser fundada en 1863 por el editor Pierre-Jules Hetzel. Era quincenal y sabemos que el capítulo La bahía de Vigo salió en el volumen XII que se puso a la venta en la primera quincena de septiembre de 1869. El capítulo ocupa diez páginas y contiene tres espectaculares ilustraciones, realizadas por Alphonse de Neuville, uno de los más grandes dibujantes de su época, y que como pintor fue condecorado con la Legión de Honor por sus cuadros de temática militar patriótica francesa. Siglo y medio después, conserva su fama, ya que sus obras cuelgan hoy en el Hermitage de San Petersburgo o en el Metropolitan de Nueva York.

La primera ilustración es un mapa con todo el recorrido del Nautilus por los mares del mundo, incluyendo por supuesto la escala en Vigo. En el segundo, vemos los galeones de la plata en llamas en la ría viguesa, en plena batalla de Rande en 1702. El tercer grabado nos muestra a los buzos del capitán Nemo rescatando los tesoros sumergidos. Los submarinistas emplean los mismos respiradores Rouquayrol que serían estrenados en Vigo en la expedición de Hyppolite Magen en las mismas fechas en que se publicó este capítulo. Realidad y ficción siempre se dan la mano en las novelas de Verne, ávido lector de periódicos que seguía los proyectos impulsados desde Francia para rescatar los galeones.

La bahía de Vigo abre el número del Magasin d’Éducation et de Récréation. El editor Hetzel sabe bien que Verne es su mejor baza. Aunque lo cierto es que no le paga gran cosa. Según su contrato, cobra un salario mensual de 750 francos por entregar tres novelas al año. Siguiendo los cálculos recogidos por el investigador Jesús Navarro en su obra Sueños de ciencia, serían unos 2.400 euros de la actualidad. Pero «20.000 leguas» será uno de los grandes éxitos vernianos y, al término de su publicación, en 1870, Hetzel decidirá mejorarle el contrato, pasando a cobrar 1.000 francos mensuales a cambio de escribir dos novelas anuales.

Con La bahía de Vigo, acompañan al ejemplar otros contenidos, siempre del gusto educativo de Hetzel. Está la obra teatral por entregas El misántropo, una sección de noticias científicas, un relato titulado Historia de una vaca marrón (y de un pequeño perro rojo) y un culebrón folletinesco: Revuelta en un internado para niñas.

En el siguiente número del Magasin se publicará el capítulo Un continente desaparecido, donde el Nautilus visita la Atlántida, que Verne sitúa en un lugar indeterminado del Atlántico frente a las islas Cíes. Pero eso ya será otra historia. Porque esta semana se cumplen 150 años de la publicación de La bahía de Vigo. Todo un hito que popularizó en el mundo la historia de la batalla de Rande y de los tesoros de la ría viguesa. Y que incluye estas palabras del capitán Nemo: «En estos momentos nos encontramos en la misma bahía de Vigo y solo de usted depende el descubrir sus secretos».