La Voz de Galicia

La cuñada de Carmela Silva: «Tu no sabes quién soy yo»

Vigo ciudad

carlos punzón vigo /la voz

Compañeras de empleo de la cuñada de Carmela Silva dicen que esgrimía sus influencias, que la amparaba un edil y que cobró 5 años y trabajó dos meses

03 Feb 2015. Actualizado a las 08:42 h.

La presencia de la cuñada de la teniente de alcalde viguesa Carmela Silva en la nómina de una de las concesionarias municipales no era ningún secreto. Es más, ella misma se encargó durante los días que apareció en su puesto de trabajo de dejar claras sus influencias en el seno del gobierno presidido por Abel Caballero.

«Tu no sabes quién soy yo», llegó a decir Vanesa Falque, cuñada de Silva, a una compañera que le afeó un trato distante a los contribuyentes que requerían los servicios de información en el centro municipal de Coruxo donde trabajaban a través de una empresa concesionaria. «Yo no sabía quién era, pero me enteré pronto», indica María Pérez, compañera circunstancial de la cuñada de Carmela Silva y a la vez presidenta del movimiento vecinal vigués.

La llamada de un concejal

«Me llamó desde la alcaldía el concejal David Regades (responsable de Fomento y en aquel tiempo jefe de gabinete de Abel Caballero) para indicarme que me llevara bien con ella», dice Pérez rememorando todo le que le contó a la fiscal en un testimonio clave para que el ministerio público haya presentado una denuncia por el caso de la cuñada de la diputada y teniente de alcalde. El juzgado de Instrucción número 7 de Vigo se hizo cargo ayer de dicha denuncia, sobre la que ahora tiene que decidir si es concluyente para realizar algún tipo de imputación penal. La plataforma Xuntos, que remitió la información inicial a la Fiscalía, reclama que sea Abel Caballero el imputado por malversación y prevaricación.

«Ella me sustituyó durante un mes, trabajamos juntas después unos días, y luego fue recorriendo los otros tres centros cívicos de barrio hasta que desapareció».

Sus compañeras pensaron qué había abandonado la empresa, pero no. «Llamaba de vez en cuando para saber si ya habíamos cobrado y eso nos dio que pensar. Luego nos hicimos con documentación donde constaba su alta en la empresa el 23 de junio del 2008 y su permanencia hasta el 2013, pese a que como mucho desapareció a los dos meses de empezar», reitera María Pérez, reproduciendo parte de su testimonio a la Fiscalía.

Otras declaraciones que fueron requeridas por el ministerio público antes de interponer la denuncia, han adjuntado copia de nóminas percibidas por la cuñada de Silva pese a no seguir trabajando en los centros cívicos.

«Cuando había alguna baja, o tenía que hacerse sustituciones de alguna de las cuatro empleadas para poder ir al médico o cualquier otra cosa, llamábamos al Concello para que la mandasen a ella, pero nos decían que no era posible y por eso acabaron contratando a una sexta persona para cubrir esos huecos», dice Pérez.

En el relato acuñado por la Fiscalía consta como eran responsables del propio Ayuntamiento quienes daban todas las órdenes a las trabajadoras de la concesionaria. «La única relación con la empresa era la de cobrar las nóminas, todo lo demás dependía del Concello, del jefe de Participación Ciudadana, hasta la organización de las vacaciones, turnos y demás».

«Ella tenía que hacer lo que yo le decía como responsable del centro de Coruxo, pero no estaba por la labor. Por eso tuve que dar cuenta al jefe de servicio, y fue entonces cuando la trasladaron a otro centro. Hubo quejas de vecinos al Concello por su actitud, y luego fue cuando recibí la llamada del concejal», asegura María Pérez.

Otro posible caso

Como presidenta del movimiento vecinal añade que en una ocasión los trabajadores de la contrata de limpieza de Vigo le dieron cuenta de que en su empresa también había un caso de posible empleo ficticio. «Se trataba de la hermana de Carmela Silva. Yo vi documentos de pago de sus nóminas, pero sus compañeros tampoco la veían en el trabajo», mantiene María Pérez.

Sin embargo, la Fiscalía archivó las denuncias presentadas por ese segundo caso al considerar que no existen pruebas concluyentes.

«Mi despido fue por venganza, y el resto de mis compañeras pagaron el pato, pero en lugar de subrogarnos como empleados del servicio como constaba en el pliego de condiciones cuando se cambió de adjudicataria, cambiaron las condiciones incumpliendo acuerdos plenarios y nos dejaron en la calle», concluye María Pérez. Su despido fue declarado nulo el pasado mes de enero.


Comentar