Hemeroteca | La goleta gallega que llegó a la Antártida
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La Idus de Marzo, con el mítico Javier Babé al frente, partía en 1982 desde Vigo en una travesía que fue el detonante para concienciar a las administraciones de la importancia de esa parte del planeta
16 Dec 2025. Actualizado a las 04:47 h.
El puerto de Vigo asistió hace 35 años a un acontecimiento de especial relevancia histórica y científica. La goleta Idus de Marzo zarpaba rumbo a la Antártida con el objetivo de llevar a cabo la primera exploración científica española en aquel continente extremo. La partida de la embarcación, que llegó a la ría procedente de Gijón, supuso el inicio de una travesía larga y compleja, cargada de simbolismo, que une la tradición marinera gallega con la investigación oceanográfica y polar.
La Idus de Marzo inició su singladura con siete tripulantes a bordo. Tras abandonar Vigo, tenía previsto realizar escalas técnicas y de aprovisionamiento en Gran Canaria y en distintos puertos de Brasil, antes de alcanzar Punta Arenas, en el Estrecho de Magallanes. Fue en este enclave chileno donde embarcaron los quince científicos del Instituto Español de Oceanografía que completaron la dotación humana de la expedición. Desde allí, la goleta pondría proa definitivamente hacia las aguas antárticas, aprovechando las condiciones relativamente favorables del denominado verano austral, período en el que las temperaturas son menos extremas y la luz natural se mantiene durante las veinticuatro horas del día, según contaba La Voz.
Como recuerdo del puerto de salida y del respaldo institucional y social recibido en Galicia, la tripulación se llevó al hemisferio sur dos objetos de carácter simbólico: una grímpola y una metopa entregadas en su momento por el presidente del Real Club Náutico de Vigo, Fernando Alonso Amat. Galicia contribuyó además de forma directa a la expedición mediante el velamen del barco, más de mil metros cuadrados de lona fabricados en Cuntis, una aportación técnica de gran importancia para una embarcación concebida esencialmente para navegar a vela.
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La tripulación de la Idus de Marzo estaba formada por siete personas con amplia experiencia marítima. Al frente se encontraba Javier Babé, capitán de la Marina Mercante. Le acompañaba como segundo oficial Santiago Martínez Cañedo, también capitán de la Marina Mercante y con similar trayectoria profesional, así como Fernando Cayuela, igualmente capitán. El equipo se completaba con Sotero Gutiérrez, maquinista nava, Josu Otazua, cocinero con quince años de experiencia en la marina mercante, Xurxo González, natural de Vilagarcía, con profundos conocimientos de navegación a vela y José María Garcés, marinero polivalente, descrito por sus compañeros como un auténtico todoterreno a bordo.
Babé y Martínez, socios constructores de la embarcación, explicaron que la tripulación había sido seleccionada entre una treintena de voluntarios, todos ellos amigos o colaboradores cercanos, elegidos por considerarlos los más adecuados para afrontar un viaje de estas características. No obstante, reconocían que se habían quedado en tierra «muy buenos especialistas en navegación», reflejo del elevado interés que había despertado la expedición.
El origen del proyecto se remontaba a varios años atrás y, según explicó Javier Babé, fue el resultado de la convergencia de dos iniciativas distintas. Por un lado, la voluntad de construir una goleta singular, la Idus de Marzo, proyecto en el que Babé y Martínez trabajaron durante casi tres años y que atravesó numerosas dificultades, especialmente de carácter burocrático, hasta el punto de estar a punto de frustrarse. Por otro, el interés del mundo científico, canalizado inicialmente a través de Guillermo Crims, figura conocida en la náutica española, que planteó la posibilidad de dar a la embarcación un uso científico en la Antártida.
De ese encuentro surgió una colaboración que fue tomando forma hasta desembocar en la creación de la asociación «España en la Antártida», entidad que agrupaba a navegantes, científicos y colaboradores y que había asumido, hasta entonces, buena parte de la financiación del proyecto, según explicaba La Voz. Babé reconocía que el contexto político, marcado por las elecciones y el cambio de Gobierno, había provocado retrasos en la materialización de algunas ayudas económicas prometidas por la Administración.
El Instituto Español de Oceanografía (IEO) se incorporó al proyecto tras las primeras conversaciones mantenidas con su director, Miguel Olive. Convencido del alcance y la importancia de la expedición, el organismo científico decidió implicarse activamente como asesor y nombró a Carlos Palomo Pedraza, jefe del Departamento de Geología Marina, responsable científico de la campaña, pero el 16 de febrero de 1983 la tripulación recibía por radio la noticia de que el IEO cancelaba el programa científico. Pese a ello, Babé, Cañedo y Crims decidieron seguir adelante y la tarde del 4 de marzo la Idus de Marzo llegó a la Antártida, con Isla Decepción como primera parada. «El viaje de la Idus de Marzo fue el detonante que sirvió para concienciar a las Administraciones de la importancia de la Antártida», contaba años después Babé, que falleció el año pasado, en La Voz.