La Voz de Galicia

«Coa crise do 2007 era boa idea non ter todos os ovos no mesmo cesto»

Ourense ciudad

maría cobas o barco / la voz Hostelero
Vicente Quiroga y su hija, Fátima del Mar, son miembros de la Orden del Camino de Santiago

Hace 12 años el ourensano Vicente Quiroga cambió Vigo por Azores para montar varios negocios de hostelería

09 Nov 2020. Actualizado a las 14:01 h.

Habían sido emigrantes en Alemania, pero llevaban décadas de vuelta en Galicia cuando los ourensanos Vicente Quiroga y Pilar Lorenzo volvieron a hacer las maletas para buscarse la vida. Era el año 2007 cuando la pareja, que tenía una empresa de cátering en Vigo, recibió una invitación para ir a Azores «facer un festival de cociña galega e española», recuerda Quiroga. La experiencia fue un éxito, y les ofrecieron un espacio en la marina Portas do Mar, que se estaba construyendo en el puerto de trasatlánticos de la isla de San Miguel. «Era un sitio impresionante e déronnos unhas condicións moi boas, así que nos decidimos»,cuenta. En aquel momento España estaba en crisis «e pensamos que era unha boa idea non ter todos os ovos na mesma cesta», relata. Vicente y Pilar emigraron de nuevo.

«Ao principio custounos adaptarnos», confiesa. Mantuvieron durante un tiempo las empresas en ambos países, con un continuo ir y venir, hasta que cerraron la viguesa para centrarse en los prósperos negocios en Azores. Ahora están encantados. Más desde que hace siete años su hija, Fátima del Mar, decidió mudarse allí.

Actualmente la familia regenta tres locales, aquel primero en el puerto, una bolera con cafetería y restaurante, y otro restaurante más. «Estamos traballando nunha illa que reúne unhas condicións turísticas impresionantes», relata. Los lleva Fátima ahora, aunque Quiroga sigue echando una mano. «É interesante ir ás compras, preparar novos pratos... A cociña é unha materia na que un nunca deixa de aprender, así que me gusta traballar para ofrecer cousas novas aos clientes», cuenta.

Hasta que la pandemia paró el mundo, a Azores llegaban muchos vuelos de Europa, América y Canadá. La posición geográfica estratégica de las islas y que «é unha eterna primavera»son sus principales atractivos. Ahora está volviendo el turismo, animado por las medidas de prevención y la baja tasa de incidencia del coronavirus (esta semana había 40 casos, todos ellos de personas en aislamiento domiciliario, según Quiroga). «No aeroporto montouse unha especie de centro de saúde no que comproban que todos os que chegan están libres de covid», relata. Dice que en la isla se respira libertad, pese a tener que llevar la mascarilla puesta. Todo dentro de un férreo control policial. «Casi cada día vén a policía aos restaurantes ver que se cumpren as medidas, para que volva todo á normalidade canto antes», añade.

A su favor, relata, la isla de San Miguel tiene muchas ventajas. «É un lugar moi tranquilo, con moito gando, árbores e prados. É un sitio perfecto para facer grandes camiñadas, e para comer peixes grandes, como pez espada ou atún roxo. Hai carnes moi boas tamén», cuenta. Cita los buenos vinos de la zona de Picos, aunque con una baja producción que se agota en unos meses, así que el resto del año se abastecen de Oporto y Algarve, fundamentalmente. Además, en la isla se pueden ver plantaciones de café, de tabaco, de café y de piñas; y es, dice, un sitio perfecto para los que gusten de observar cetáceos, «por aquí pasan candorcas, golfiños e baleas».

Los Quiroga Lorenzo adoran Azores, pero siguen apegados a Galicia. Mantienen su casa en Cangas, a la que viajan con frecuencia. Y visitan Ourense para ver a familiares y amigos siempre que pueden.

Unos inicios en la Academia Gastronómica Ourensana

A punto de cumplir los 72 años, Vicente Quiroga (Ourense, 1948) sitúa sus inicios en el mundo de la cocina en su propia casa. Era el mayor de tres hermanos, así que su madre decidió apoyarse en él para tener un pinche que le echara una mano a la hora de cocinar. «Con ela aprendín as pequenas cousas», rememora Quiroga. Después, ya casado con Pilar Lorenzo, siguió aprendiendo, esta vez de la mano de su suegra. «Era unha cociñeira impresionante, incluso de pratos internacionais. Facía unhas pastas e uns canelóns incribles», relata. Estaba en la veintena cuando entró en la Academia Gastronómica Ourensana, «na que cada semana cociñaba un equipo e o resto analizaba; e sempre con algún cociñeiro de referencia, como o Mago de Untes que estivo en Suíza e dominaba moitos pratos internacionais», continúa. Tras pasar por la emigración, Vicente y su mujer volvieron a Galicia e iniciaron su andadura en la hostelería, un sector en el que suman décadas de experiencia.


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