La Voz de Galicia

La ruta de belenes carnavalescos de una aldea de Boborás que no deja indiferente a nadie

Boborás

MAITE RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

La impresionante Ruta de los Belenes de Figueiroa, en Cameixa (Boborás)

Figueiroa, en la parroquia de Cameixa, se transforma con un decorado navideño singular

04 Jan 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Figueiroa, en la parroquia de Cameixa, en Boborás se ha transformado en un pueblo navideño auténtico y original, gracias al trabajo e imaginación de varios vecinos. Tienen una ruta de belenes que no deja a nadie indiferente y que está recibiendo multitud de visitas. José Luis, O Rubio de Cameixa, dedicó nueve semanas completas, de la mañana a la noche, a montar todos sus singulares belenes, en los que los personajes navideños —en particular Papá Noel, pero también los Reyes Magos y el portal— tienen un aire muy carnavalesco. Rubio no lo oculta: «Son moi entroideiro».

Guarecidos bajo construcciones vegetales, hechas con troncos de madera y medeiros (haces de paja), que empezó a hacer tres años, aparecen papás Noel en distintas escenas, durmiendo, esperando el autobús, sobre un trineo o sobre un carro de vacas. «Ese acabeino en Noiteboa. Deiteime ás catro da mañá o 24 e levanteime o 25 ás nove, que había unha xeada moi forte e aínda o decorei. Levamos tres anos e a xente quere cousas novas», cuenta Rubio, contento porque los belenes son una atracción que está llevando mucha gente a la aldea. Uno de los pasajes más espectaculares es el túnel de la suerte, donde unos maniquíes vestidos de Reyes Magos dan la bienvenida a un portal que comparten la virgen, el Niño, san José y Papa Noel al calor de la chimenea, mientras una mesa con licor café o amarillo, caseros, se ofrecen al visitante para que se sirva.

Jaime Mella y Loli Moreira, una pareja que vive al fondo del pueblo, fueron los primeros que empezaron con las decoraciones creativas en Navidad, hace unos doce años. En la pandemia se les sumó Rubio y, con la ayuda de otros amigos, como Mario e Sinda e Iván, de Brués, además de Manuel, han convertido Figueiroa en un lugar en el que la Navidad se ve en cada esquina: en un lavadero, en los cierres de las fincas y en las casitas de los elfos. «Gústanos facer piña», enfatiza Jaime. El patio de su casa se abre a los visitantes y Loli regala un detalle a los niños. Hay un portal de belén a tamaño humano, en el que las visitas se pueden sentar al lado de María, y animales moldeados con espuma de poliuretano con cabezas articuladas con un sistema de péndulo.

Este año ha crecido la familia porcina, con pequeños cerditos, y sobresalen los bonitos belenes hechos a mano, con coscos o follatos de maíz, presentados dentro de un barril de vino, enmarcado por un gran arco hecho con otro tonel. El jardín está lleno de virguerías, como una bandeja de peces de madera, y personajes tradicionales. Uno de los belenes, con figuras convencionales, lo tienen sobre un carro de vacas y llama la atención la naturaleza viva que forma otro portal con un grupo de pollitos y un conejo reales.

«Jaime ataca de alá, eu ataco de aquí e traemos moita xente. A paga extra vaise en luceciñas, non son as do Caballero, pero donativos non queremos», afirma O Rubio. Un empresario de Boborás le ofreció unas marquesinas de autobús que había retirado en A Limia y las convirtió en siete palmeras que jalonan la pista de Figueiroa, repleta ya de decoración. Su casa, y alguna otra, tanto las modernas como las rústicas, destacan por su iluminación en medio del desierto demográfico nocturno con este pueblo de Navidad rural, artesana, detallista y excesiva, que se puede visitar hasta casi finales de enero.


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