La Voz de Galicia

Dos hombres y un destino

Opinión

Xosé Carlos Caneiro

08 Dec 2025. Actualizado a las 05:00 h.

En noviembre del 2021, el presidente Pedro Sánchez escribió a José Luis Ábalos: «Buenos días, José Luis. Hace tiempo que no hablamos. Te escribo para trasladarte mi solidaridad ante los infundios que, por desgracia, estamos viendo en los medios». Unos meses antes lo había destituido como ministro de Transportes. Algunas informaciones apuntaban a la vida disoluta de Ábalos. El presidente quiso congratularse con el hombre al que había cesado unos meses antes. El hielo se rompía por un baño de sol. Un rayo zalamero que acercaba a dos hombres y su destino. No quedó ahí su recuperada relación. Los mensajes continuaron y Ábalos figuró como número dos valenciano en las listas del Congreso en los comicios de julio del 2023. El último de ellos se produjo el día 30, una semana después de las elecciones generales, cuando Sánchez respondió a una felicitación de Ábalos por el resultado electoral. No había ganado, pero PP y Vox no sumaban mayoría. El exministro de Transportes y exsecretario de Organización socialista felicitó a Sánchez. Nuestro presidente contestó: «La verdad es que he echado de menos muchas veces trabajar contigo. Siempre he valorado mucho tu criterio político. También tu amistad. En fin, te mando un abrazo».

 

Sorprende la repetición del adverbio de cantidad: mucho. No un poco, sino mucho. Muchas veces echaba de menos trabajar con Ábalos. Y mucho valoraba su olfato político. Y, por supuesto, también su amistad. Sin embargo, todo resultaba una quimera porque en lo personal, según afirmó el presidente, Ábalos era para él un desconocido. El hombre que «organizó», esa era su ocupación principal, el PSOE; el hombre que ayudó a Sánchez a ganar las elecciones hacia la cúspide socialista (también echaron una mano, nunca mejor dicho, Cerdán, Koldo y Salazar); el hombre que defendió su moción de censura, en nombre de la decencia, contra Rajoy; quien lo fue todo a su lado, era un desconocido. Ni en una película podríamos llegar a imaginar tal desenlace. Pero el Gobierno y el PSOE de Sánchez parecen propios de una ficción. Cualquiera que haya seguido en los últimos años la política española estará desfondado. Cada escándalo viene seguido de un escándalo mayor. Si pensamos que nuestro presidente no podría superarse en sus declaraciones, declarará más tarde sentencias también insuperables. La semana pasada contemplamos estupefactos la rendición, de nuevo, de Sánchez a los pies de Puigdemont. Y también esa sentencia: Ábalos era para él «un gran desconocido». Creo que Sánchez se equivoca, porque su destino está ligado al de Ábalos (también al de Cerdán, Koldo y Salazar). De no ser por ellos, no hubiese llegado arriba. Y sigue. El poder no le abandona, porque si el Supremo abriese una causa contra él (algo improbable) chocaría contra la denegación, o elusión, del suplicatorio por parte de la Mesa del Congreso. Eso creo. Sánchez, de momento, es intocable.


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