Ejemplo español

Han tenido suerte los americanos. Se enfrentan al segundo caso de contagio del ébola fuera de África, pero afortunadamente para ellos el primero se produjo poco antes en España. Y han podido inspirarse en la manera en que aquí se afrontó el duro reto que supone. Y paliar el escaso conocimiento que, como reconocía el propio Mariano Rajoy, tenemos en Occidente de esta enfermedad.

Además, para mayor similitud, en ambos casos se trata de enfermeras que habían asistido a pacientes con el virus, con la probabilidad de algún fallo en el complejo proceso de ponerse y quitarse el traje de aislamiento.

Los americanos pudieron contar con el precedente español para saber cómo actuar. Así, en vez de tener a su enfermera en casa tomándose la temperatura o recorriendo centros de salud y hospitales, pudieron aislarla con rapidez y reducir al mínimo la posibilidad de que contagiase a otros.

Vieron también las dudas y silencios de la ministra de Sanidad y las acusaciones del consejero de la Comunidad de Madrid a la enfermera española, y actuaron exactamente al revés, informando con rapidez y exactitud a la opinión pública. Es cierto que esto último es lo que aconsejan los manuales sobre la comunicación en una situación de crisis, pero a saber qué habrían hecho sin el ejemplo español.

Evitaron también culpar a la enferma y no hubo recorrido en ambulancia carente de protección. Gracias al precedente español, sus políticos se han librado de que pidan su dimisión. Que siempre es una molestia, aunque aquí no se haga ni caso a tales peticiones. Entre otras razones, porque no todos llegan comidos a la política ni tienen la vida resuelta. Y no se trata de mandar gente al paro. Que ya hay bastante.