Dos años para fabricar otro Beiras
Galicia
El Bloque inicia hoy su catarsis con la elección de su candidato de puertas adentro, pero con la vista puesta en el proceso posterior del que saldrá el aspirante a la Xunta
10 May 2009. Actualizado a las 02:00 h.
En el Bloque cohabitan dos formas distintas de arar la tierra. Está el sacho y está el tractor, símil que solía evocar a un cargo institucional nacionalista. La primera cultura, la del sacho, simboliza la resistencia, el mimo y el laborioso esfuerzo; la segunda es el ingenio inapelable del que logra más fruto en menos tiempo. Tradicionalmente, el sacho lo ponía la UPG y Beiras iba silbando encima del tractor. Esta combinación fue la que llevó al BNG a alcanzar los mejores resultados de su historia en 1997, cuando lo apoyaba el 25% del electorado gallego, un margen que después de Quintana y de cuatro años en la Xunta cayó al 15,8%.
La asamblea nacional que hoy celebran los nacionalistas promete hablar mucho de nombres, de filias y fobias para repartirse el poder interno, pero tratará poco de agricultura y de la nueva cabeza tractora que necesitan presentar en una elecciones autonómicas para emprender la remontada y volver a superar el umbral del 20%.
Como mucho, el cónclave servirá de excusa para medir fuerzas internas y laminar por segunda vez a Beiras y sus seguidores, como ya ocurrió en la asamblea del 2003, pues su estrecho cupo de delegados (de apenas el 16%) parece reservarles a los irmandiños un papel secundario en la elección del nuevo portavoz nacional del BNG.
Situando al margen las candidaturas más minoritarias -la de Beiras y la de Rafa Villar-, la asamblea arrancará con el clima de una pugna entre los del sacho, la UPG, y aquellos que ocuparon el sitio de Beiras en el tractor, es decir, los quintanista s con Anxo Quintana situado en el remolque y liderados ahora por el portavoz en el Parlamento, Carlos Aymerich.
Cuestión de aritmética
En un escenario de pulso como el que se vivía ayer, la aritmética del cónclave juega en favor de la U y de su candidato, Guillerme Vázquez, quien tendió la mano para acomodar en su candidatura a la ejecutiva a lo que en su entorno llaman «a pluralidade», en alusión a las diversas sensibilidades que cohabitan en el Bloque.
Pero sea cual sea el resultado de la asamblea del BNG -que sin duda tiene una lectura más importante de puertas adentro que de puertas afuera-, la catarsis que hoy inicia el nacionalismo gallego no concluirá hasta dentro de casi dos años, cuando se verán en la obligación de fabricar algo muy parecido a un nuevo Beiras para presentarlo como candidato a la presidencia de la Xunta.
Ni Aymerich, debido a la brecha interna abierta al pretender remar en el Bloque dejando a la UPG de lado, ni tampoco Guillerme Vázquez, que parece tener un perfil repescado del pasado, parecen reunir las condiciones idóneas para subirse en el tractor en unas elecciones, lo que coloca al BNG en la necesidad de presentar en la asamblea a un tapado o de tomarse su tiempo en cultivar un candidato o candidata de mayor proyección social para lanzarla a las próximas autonómicas.