La Voz de Galicia

Goyo Jiménez: «Yo no haría los chistes de Róber Bodegas, pero estoy de acuerdo con él»

Fugas

CARLOS CRESPO CÓMICO

Cita a Aristóteles y a Fernán Gómez. Habla igual de física en un plató que de metafísica en un escenario. Es capaz de proclamarse «experto en asuntos americanos» sin haber puesto un pie allí. Y, aunque procura no ofender, no es de los que se callan

08 Sep 2018. Actualizado a las 18:34 h.

En el Olimpo de la comedia solo hay sillón para unos pocos. El de Goyo Jiménez semeja intocable. Su docta erudición -impagable herencia de los clásicos-, su cotidiana perspicacia, el delicioso absurdo de su narrativa y un talante a prueba de haters, lo consagran. Estos días visita Galicia para presentar Aiguantulivinamérica 2. «Que no es una secuela sino una precuela», advierte, en la que explica el porqué de su obsesión por los americanos.

-No me dirá que no hay alusiones a la realidad actual de EE. UU.

-Claro que las hay. Trump aparece pero no es el eje central. Trato de explicar qué ha pasado para llegar a él.

-Puede adelantarnos un par de claves, a ver si así lo entendemos.

-Ellos pretenden recuperar una Arcadia feliz, que realmente no ha existido nunca. Es fruto de esa infantilización por parte de la sociedad en la que estamos cayendo en todo el mundo.

-¿Cómo se comporta usted cuando está allí?

-¿En América? No he estado nunca.

-¡!

-Tengo un proyecto para ir por primera vez y hacer un programa en el que ir comprobando in situ si son ciertos todos esos tópicos que he ido vertiendo sobre ellos durante estos años.

-¿Cuál es la costumbre más absurda que hemos asimilado de EE. UU.?

-El exceso de corrección política. Yo confiaba en que la vieja y sosegada Europa, con su capacidad cínica de desconfiar de todo, se salvase de eso pero no, la moda nos ha llegado y nos estamos volviendo unos santurrones.

-Aprovecho el pie. ¿Qué reflexión hace de lo sucedido con Róber Bodegas?

-Que los cómicos no podemos estar sometidos en función de la furia con la que un grupo se manifieste. Yo personalmente no habría hecho esos chistes pero estoy absolutamente de acuerdo con que él los haga. Es humor. Es ficción. Yo soy el primero que lucho por que las minorías dejen de estar oprimidas. Pero no para que se conviertan en opresoras.

-¿Se ha sentido alguna vez amenazado?

-Hoy a través de las redes sociales cualquier energúmeno puede insultarte y no pasa nada. ¿Cuál será el siguiente paso? Que nos agredan, que nos disparen. ¿Por qué no? Yo como cómico sé que estoy expuesto a que me critiquen, se rían o se burlen de mí. A que me llamen calvo, polla vieja, lo que sea. De acuerdo, haz de mí los chistes que quieras. Pero no me digas lo que puedo hacer y lo que no. Y, por supuesto, no me amenaces.

-¿Hasta qué punto situaciones como esta pueden generar autocensura?

-Claro que la genera. Muchísima. La gente quiere trabajar y evitarse problemas y va a lo seguro. Uno se lo piensa dos veces antes de decir según qué cosas. Por eso yo grabo tan poca televisión. Porque lo que el público va a ver allí no es lo que yo hago.

-Usted siempre ha dejado claro que había que disociar política y humor.

-Hoy la política se parece a un programa de televisión. Lleno de analistas que estudian las audiencias y lo que se debe decir y lo que no. Yo creo que los seres humanos somos capaces de entendernos sin tantos intermediarios que nos dirijan. Sobran políticos y, sobre todo, sobran asesores. Son la peste de nuestro tiempo.

-Ha presentado un programa de ciencia en televisión. ¿Le interesa más la física o la metafísica?

-Me interesa que vuelvan a estar unidas. Hasta el siglo XVIII los filósofos eran los científicos y viceversa. Después a los científicos se les empezó a criticar si iban más allá de la física y se ponían a especular sobre otro tipo de cosas. Hoy de nuevo unos y otros se están rozando. Y eso es positivo. Gran parte de los problemas que vivimos es por la ausencia de metafísica. Hemos dejado de creer en nada que no sea el soporte materialista y hedonista en el que vivimos y así nos va.

 


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