La Voz de Galicia

La casa del astrónomo donde mora el arte

Lalín

Rocío Ramos Lalín / La Voz

El Museo Ramón María Aller fue inaugurado en Lalín en 1989 tras la rehabilitación integral del edificio con un acto «de respecto, institucional e de corazón» para honrar a un hijo ilustre

12 Dec 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Hace 34 años, se inauguraba en Lalín la casa-museo Ramón María Aller tras la rehabilitación integral de la que fue morada del astrónomo. Abrió sus puertas mostrando objetos personales del sacerdote, junto a pinturas de Laxeiro y de Antón Lamazares. Las obras de Laxeiro forman parte de la colección permanente que se exhibe hoy en día en el primer piso, mientras que las creaciones de Lamazares fueron prestadas de forma temporal para la ocasión. Desde entonces, la casa de Ramón María Aller sigue cumpliendo su cometido como morada, ahora del arte y escenario de múltiples actividades vinculadas a la cultura.

Xosé Cuíña, como alcalde de Lalín en aquel momento, presidió una inauguración que calificó como «un acto de respecto, institucional e de corazón» a uno de los hijos ilustres de estas tierras y una de las figuras científicas de Galicia. Ese mismo día, justo antes del museo, la comitiva, integrada por autoridades municipales y provinciales junto a un buen número de vecinos, inauguraba a pocos metros la escultura de O Neno, obra de Manuel García Vázquez Buciños, al son de la Banda Municipal de Lalín.

 

 

En aquel acto, el entonces director del Museo Provincial de Pontevedra, Filgueira Valverde, recordó al astrónomo. En su discurso, Cuíña agradeció ese día la asistencia del presidente de la Academia Galega das Ciencias, Viéitez Cortizo, y la colaboración prestada por Vázquez Portomeñe, así como la de Luis González Taboada y miembros de la familia del sabio lalinense.

Afirmó que «o museo vai servir de asento e berce á vontade dun pobo que afirma-lo seu legado histórico, científico e cultural», significando que por ese motivo «o Concello, consciente de ser o voceiro da vontade e dos intereses xerais do pobo» quería ofrecerle esta nueva institución. Xosé Cuíña tildó el museo como «unha semente que hai que coidar e alimentar pois só o tempo e os coidados poderán levalo a cabo e eu teño a sensación de contribuír modestamente ao benestar e prestixio desta terra», afirmó.

El inmueble contaba con una superficie útil de 417,67 metros cuadrados. Los planos del proyecto fueron realizados por el arquitecto Carlos Rosón y se dispuso de un presupuesto de ejecución material de 18.656.375 de las antiguas pesetas y un desembolso por contrata que rozaba los 25 millones de pesetas (24.998.497).

Las obras del futuro espacio cultural fueron rápidas. A finales de octubre de 1989, la Diputación adjudicaba a Construcciones Framiñán los trabajos de la tercera, cuarta y quinta fase de la ejecución de la casa-museo por 14.998.816 pesetas. El 23 de noviembre se hacía pública la cesión por parte de Antón Lamazares de varios cuadros suyos que se pudieron ver en el museo con motivo de la inauguración. A estos se sumaban algunos otros lienzos del pintor de Maceiras, residente entonces en Salamanca, propiedad del Concello.

Se llegó incluso a anunciar la posibilidad de contar para el acto de apertura con obras de Alfonso Sucasas, algo que finalmente no fue posible.

Entre los objetos que atesora desde su inicio el museo está el primer telescopio de Aller que fue restaurado por el artesano lalinense Manuel Buján. Este se encargó de su limpieza, al encontrarse en muy mal estado, recolocando piezas que se encontraban sueltas en el interior y ajustando la graduación. Se encargó además de limpiar, barnizar y arreglar la suspensión de otro péndulo que pertenecía a Ramón Aller. Un trabajo que el artesano, por entonces ya retirado, llevó a cabo de forma altruista y sin cobrar.

En su momento la restauración de la casa fue criticada por un sobrino del astrónomo, que se quejaba que la reforma la convirtió en un inmueble diferente. Significaba que el edificio fue construido en su día por Domingo Enrique Aller, padre del sabio lalinense. La describía como la típica casa de la incipiente burguesía del finales del siglo XIX con un zaguán, dos despachos a la entrada, un corredor que comunicaba la huerta de la parte de atrás, una cocina con lareira, el observatorio y otras dependencias propias de la arquitectura de ese momento.

En el 2005, el edificio fue objeto de otra remodelación que incluyó la retirada de la escalera que ocupaba el centro de la sala principal y la construcción de otra en el lateral que da a la calle Observatorio bajo un frente acristalado. Cinco años más tarde, en junio del 2010, se llevaba a cabo la sustitución de la vieja cúpula del observatorio por una nueva con piel de fibra de vidrio dotada de un moderno telescopio. Un cambio que permite desde entonces observar el cielo. Por su parte, el museo, fiel a su fin primigenio, acoge constantes exposiciones y actos culturales.


Comentar