La Voz de Galicia

Ricardo Rodríguez: «Con Plácido Domingo tomaba café y galletas»

El pulso de la ciudad

Pablo Portabales
Comida homenaje a Richard Rodríguez, histórico del Teatro Rosalía de Castro de A Coruña

Calcula que participó en 5.000 montajes durante su trayectoria profesional

15 Mar 2020. Actualizado a las 05:00 h.

Su nombre está unido al Rosalía. Cualquier persona que haya ido al teatro estos últimos 25 años habrá visto a Ricardo Rodríguez Martínez, jefe técnico de mantenimiento del IMCE. En sus manos estuvieron todos los recintos municipales, desde el Rosalía al Coliseo pasando por el Fórum Metropolitano, el Ágora o, más recientemente, el Colón. Entre unas cosas y otras, «calculo que participé en 5.000 montajes diferentes de espectáculos», comenta Ricardo, al que muchos llaman Richard. «Es verdad, pero lo que me gusta es Ricardo», precisa este veterano que el pasado 6 de febrero cumplió 65 años y se jubiló. «Conservo en mi casa el único disco que se grabó de la actuación de la Orquesta Sinfónica de Galicia el 22 de abril de 1995, el día que abrió el Rosalía después de la reforma», confiesa este profesional que se pone a contar anécdotas y no para. «Es que empecé en 1985 en la concejalía de Fiestas de coordinador de montajes. Trabajé con 14 concejales, desde Sánchez Penas a Jesús Celemín. Con el que estuve más tiempo fue con Méndez Romeu, una persona encantadora, y guardo en mi memoria con gran cariño a Palau, Juan Manuel Iglesias Mato», comenta mientras tomamos café en el Veracruz de Riego de Agua, a unos metros de la que fue su otra casa.

 

Nombres ilustres

En la hora que estuvimos juntos citó a casi todos los nombres destacados de la escena española. «La última obra antes de la reforma del teatro a principios de los noventa fue una de Manuel Tejada y María Luisa Merlo. Por cierto, las llaves del antiguo Rosalía las tengo yo. Conocía a todos: Amparo Rivelles, Margarita Lozano, Silvia Marsó, Aitana Sánchez Gijón… Tengo fotos con ellos. A muchos los veo ahora en las series», comenta. Pero también se codeó con cantantes. «Serrat, Sabina o Miguel Ríos, un tío encantador. Fui a tomar unas aguas con él cuando vino con la gira Bienvenidos. En aquella época hacíamos los montajes en el Palacio de los Deportes, como sucedió también con Tina Turner. Con Plácido Domingo tomaba café y galletas. Estuvo una semana aquí con motivo de la grabación en el teatro de La tabernera del puerto», relata. Busca en el móvil fotos curiosas. Me muestra una con Concha Velasco cuando la artista cumplió 70 años. «Con Concha Velasco pasé muy buenos momentos», afirma Ricardo, casado y con tres hijos. «Dos, Álex e Iván, se dedican al espectáculo, uno en el Rosalía y otro en el Colón. Tengo seis nietos», presume el padre y abuelo.

 

«Las comedias bárbaras»

Se jubiló y los compañeros organizaron una emotiva comida de despedida en la Hípica. «Fue algo especial. La verdad, nunca fui de elogios, pero el nivel técnico de nuestros teatros es de los mejores de España. Lo dicen las compañías. Pasan muchas cosas, pero mi lema, y el que transmití a los que trabajaron conmigo, fue ‘oír, ver y callar’», sentencia. Como su peor momento recuerda una vez que pudo ocurrir una desgracia. «El montacargas tiene un portón que se utiliza para poner encima parte del escenario cuando no se utiliza. Un técnico que estaba haciendo una inspección le dio al botón y el portón se abrió y derribó el montaje del Centro Dramático Galego. Gracias a Dios que no había nadie. Aquel hombre lloraba como un niño», recuerda Ricardo, criado en San Roque-Labañou, exalumno de los Dominicos y los Escolapios y de Maestría Industrial, y actual vecino de Monte Alto. Me habla de los montajes más complicados, los de la Compañía Nacional de Teatro Clásico o los del Centro Dramático Nacional. «Las Comedias Bárbaras es tremendo», apunta. Pasó más de media vida entre bambalinas sin salir al escenario. «Vi nacer a Luis Tosar, cuando vino con Escola de bufóns. Los primeros 15 años veía todas las obras, pero después fui seleccionando. Soy mal espectador, me fijo más en si un foco ilumina bien que en los actores», sentencia.


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