Premio de príncipes para Renacer
A Coruña
Don Felipe entregó el galardón a Pernas y agradeció el apoyo a los sintecho
02 Dec 2011. Actualizado a las 06:00 h.
Fue en un palacio, el de congresos y exposiciones, donde Renacer recogió ayer, 25 años después de su nacimiento, el reconocimiento a su labor con los más necesitados. Los príncipes de Asturias y una amplia representación de la sociedad gallega llenaron el auditorio que estos días ha acogido el congreso estatal de voluntariado para asistir a la entrega del premio nacional a la entidad que dirige el doctor Fernández Pernas.
Con el fallecimiento en la calle de dos indigentes como telón de fondo, ninguno de los discursos de la clausura aludió expresamente a la desgracia cotidiana. Solo don Felipe deslizó, al hilo del impacto de la crisis sobre los más vulnerables, el esfuerzo que merecen «los mayores y dependientes, los niños, y especialmente los sintecho» para hacerles llegar «un apoyo constante, práctico y concreto».
Hizo el Príncipe un llamamiento a rechazar «desánimos y desencuentros estériles» y se mostró convencido de que «si sabemos dejar de lado diferencias lógicas y legítimas, y aunamos fuerzas, encontraremos unidos, una vez más, las soluciones oportunas a cuestiones que a todos nos afectan».
Antes de clausurar el congreso y acompañado por doña Letizia, se detuvo casi en cada uno de los estands de la feria solidaria, todos ellos de materiales reciclables, y se paró en especial con los que, precisamente, atendían el de Renacer. Allí habló con Jertzy, al que preguntó cómo y cuándo había llegado a Galicia. «Hace 17 años», le dijo. «O sea, que ya eres gallego», le respondió don Felipe. «Doble gallego, porque nací en la Galitzia de Cracovia». Arrancó así uno de los acogidos por Renacer, ahora activo colaborador, la sonrisa real antes de iniciar la entrega de premios.
Como anfitrión, Carlos Negreira abrió el acto saludando al «millar de hombres extraordinarios que hay hoy aquí» y destacando el trabajo «incansable» del movimiento social como parte de «esos valores que han hecho de La Coruña una ciudad abierta y solidaria». Se centró el alcalde en José Fernández Pernas, alma máter de Renacer, «persona sencilla, tremendamente humilde y a la que le gusta hacer las cosas bien; dicen de él que es demasiado bueno», añadió antes de reiterar la labor «imprescindible» de quienes se dedican a los demás.
El coste social de la crisis
Luciano Poyato, presidente de la Plataforma de Voluntariado de España, advirtió que la crisis no puede ser coartada para utilizar al voluntario: «Aportamos voluntad de servicio, pero no mano de obra barata», dijo, y lamentó que en el escenario actual «con demasiada frecuencia solo se atienden las peticiones de aquellos que gritan más alto». Criticó también que «los recortes comienzan siempre por quienes más padecen las carencias» y llamó a la colaboración institucional porque «las organizaciones no podemos afrontar en solitario el coste social de la crisis». También Isabel Martínez Alonso, secretaria de Estado de Política Social, alertó sobre el riesgo del individualismo: «De esta crisis sistémica y estructural no vamos a salir antes ni mejor -apuntó- con menos democracia y menos cohesión social».
El presidente de la Xunta habló de la solidaridad como seña de Galicia, cuyo Camino de Santiago «forja la identidad gallega, fortalece la europea y es el germen indiscutible de la europea». Subrayó también el voluntariado xacobeo, «que se adelantó a la protección del Estado» y valoró que «mantener oculta la labor de un ejército solidario no solo es un olvido injusto, sino que nos priva del valor del ejemplo». La solidaridad, consideró el titular del Ejecutivo gallego, «ha dejado de ser un fenómeno excepcional para convertirse en una auténtica revolución silenciosa», a la que adjudicó un papel esencial en la que denominó «transición de las mentalidades». Recordó también que «nuestra tierra se convirtió en escenario de una marea voluntaria sin precedentes con motivo de la catástrofe del Prestige» y se confesó orgulloso de que en Galicia «se esfuercen 40.000 voluntarios y 800 entidades». Por último, Feijoo se refirió a que la situación actual «requiere que las administraciones seamos menos soberbias y sepamos trabajar con el tejido asociativo».